Día 15. El 'bisonte', rey del infierno
Chava Jiménez, Alberto Contador, Roberto Heras... Y Juanjo Cobo. La carretera que sube al cielo asturiano es lo más parecido al infierno. Le llaman L'Angliru, tienen rampas que superan el 23% de desnivel y, dicen los expertos, es el puerto más duro que se sube en una gran vuelta. Precisamente en una cima ya mitificada ha ganado hoy un hombre acostumbrado a trabajar, a ceder la gloria a sus líderes, a esperar sus oportunidades. Ha ganado un hombre sencillo, campechano, educado, atento. Un tipo majo, buena gente. Y un gran corredor.
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El Bisonte de la Pesa (le llaman así porque la Pesa es su barrio en la localidad cántabra de Cabezón de la Sal) realizó una verdadera exhibición dejando atrás a los que, en un principio, parecía que iban a disputarse la general, sacó de rueda a otros gallos que podían luchar por la etapa y se ganó a pulso el protagonismo por el que tanto ha esperado.
El sábado, después de otra ascensión memorable a La Farrapona sintió que su amigo De la Fuente se descolgara obligado para esperarle y sacrificara su momento de gloria. Evitó erigirse como líder de su equipo, recordó que Menchov seguía con opciones y que, si se lo ordenaban, trabajaría para él. Pero no, Bisonte, la carretera ha puesto a cada uno en su sitio y a ti en el que mereces, por tu fuerza. El maillot rojo le dará una pizca más de motivación, llegará como líder a su tierra e intentará defenderlo con uñas y dientes hasta Madrid.
En la tarde del domingo ha tenido un detalle de crack. Nada más cruzar la línea de meta prefirió hablar antes de meterse al box, saboreó su momento de gloria. Resopló, sonrió, intento coger aire para seguir hablando, repartió abrazos, cariños y siguió sonriendo. Creo que no le van a robar esa expresión de alegría en toda su vida. Después, ya calmado, tuvo tiempo para repasar la hoja de las clasificaciones y comerse una bolsita de gominolas, como el día anterior.
Linares se volvía loco en la cabina de la SER empujando con la voz, animando desde el micrófono, emocionándose con su paisano. La buena gente recibe siempre recompensas y él, de momento, ya ha puesto su nombre con letras de oro en L'Angliru, el coloso asturiano, historia del ciclismo e historia de la Vuelta. Y eso ya no le va a quitar nadie.
¡Y cómo estaba la subida! Miles y miles de personas en las cunetas, acampados desde la noche anterior, para demostrar que el Tour puede presumir de muchas cosas pero la mejor montaña, la más bonita y la más explosiva la tenemos nosotros.