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Chiíes y suníes firman el "Acuerdo de la Meca", pacto entre credos para el fin de la violencia

Ante el laberinto de violencia sectaria en el que está inmerso Irak

Representantes religiosos chiíes y suníes han firmado en Arabia Saudí el "Acuerdo de la Meca", con valor de edicto religioso, en un nuevo intento de encontrar una salida al laberinto de violencia sectaria en el que está inmerso Irak. Bajo el auspicio de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), ulemas iraquíes de ambos credos suscribieron anoche un acuerdo religioso compuesto por diez puntos que llama al respeto de las diferencias entre las distintas sectas musulmanas y condena y prohíbe los asesinatos y secuestros.

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En su primer punto el texto subraya lo que hay de común entre chiíes y suníes y resalta que las diferencias están solo en "los puntos de vista" y que no afectan a los fundamentos de sus creencias. También advierte a los creyentes de anatematizar a ninguna persona del otro credo.

Los grupos radicales conocidos como "takfiriyin" excomulgan a los creyentes de otras creencias, incluso a los de la misma, por considerar que han violado los principios del Islam y justifican de esta manera su muerte.

El documento, firmado tras una serie de reuniones que dieron comienzo el jueves en la ciudad de la Meca prohíbe, además, los ataques contra los templos de cualquier religión, el asesinato de otro musulmán o forzarlo a abandonar su casa o su lugar de residencia.

En las ciudades donde la población es mixta, especialmente en algunos barrios de Bagdad, es común que la secta mayoritaria amenace de muerte, secuestre o asesine a los miembros minoritarios para obligar a su comunidad a abandonar la zona. Asimismo, "el Acuerdo de la Meca" pide la puesta en libertad de todos los rehenes secuestrados, sean musulmanes o no, e insta a la unidad entre los iraquíes.

En los puntos del cuatro a ocho condena la corrupción, pide a los creyentes que se abstengan de provocar los sentimientos de los musulmanes del otro credo, y llama al compromiso con la unidad y hermandad de los creyentes. Asimismo, les pide que trabajen juntos para acabar con la injusticia en el país.

El acuerdo recuerda al gobierno iraquí en uno de sus apartados su papel de mantener la seguridad y proteger a los ciudadanos. A este respeto, asegura que una de las medidas para alcanzar este objetivo es poner en libertad a los "detenidos inocentes", juzgar a los criminales en juicios rápidos y justos y ejecutar las sentencias.

Además, pide al ejecutivo que "trabaje con precisión para imponer el principio de igualdad" y para que todos los desplazados puedan volver a sus lugares de origen. El texto, en el que se hacen constantemente referencias al Corán, recoge en su parte final el compromiso de los líderes religiosos chiíes y suníes de apoyar una "reconciliación nacional de carácter global".

 
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