Los resúmenes

Barcelona

Cuando en la escuela nos enseñaron a hacer esquemas, me volví esquemático de repente. Ahora soy incapaz de hacer un resumen, sólo hago esquemas. El maestro nos mandaba resumir las lecciones para que supiéramos destacar lo importante de cada asunto; sin embargo, fue de este modo como empecé a sospechar de los que editaban esos libros. Si podían resumirse así, ¿por qué no lo habían hecho ellos antes? ¿A quién pretendían enredar? Luego me di cuenta de que lo importante está en lo que no se puede resumir. Lo importante es leer. Era la lectura lo que iba salvarme. Todavía es así. Mientras leo, no pienso. Piensan por mí las palabras, y siempre les acabo dando la razón. A veces creo que voy a decir una cosa, y cuando escribo veo que he puesto otra. Esto no es pensar, es adivinar. Cada vez que oigo la palabra esquema, me imagino el cartel de la película Anatomía de un asesinato, de Otto Preminger. Es como si hubieran matado al muñeco que se pone el día de los inocentes. Quizá porque siempre se mata a un inocente. Hoy ya nadie quiere resumir. La gente ve un resumen y sale huyendo, le da miedo leerlo. La culpa la tienen los spoilers. Antiguamente, cuando nadie sabía qué era un spoiler, los niños jugaban en el patio a la película que habían visto, y la jugaban entera. Y siempre había alguien que se la había perdido, y preguntaba ¿cómo acaba? Querer saber es de pobres. Hoy, saber nos da miedo, y sobre todo nos da miedo acabar. Hemos cerrado los ojos para sentirnos únicos, y no jugamos juntos a las películas. Hemos olvidado que lo importante de las cosas no es cómo acaban, ni tampoco lo que pasa. Sólo resumiéndolas nos daremos cuenta de que lo únicamente importante es que existen. Pero ahora preferimos ser esquemáticos, por eso evitamos los resúmenes.