De submarino a retrete por una miopía gubernamental

El primer sumergible de la historia con capacidad para llevar torpedos y propulsión eléctrica era español. Décadas antes de que el submarino de Isaac Peral se convirtiera en la gran arma del siglo XX, clave en las dos guerras mundiales, España decidió probar ese submarino y olvidarlo.

Aquel día de septiembrede 1888 cayó ensábado, yhubo quienvaticinó un formidable ridículo y pidió que se suspendiera labotadura imaginando queel submarinode Peral una vez en el agua empezaría a dar vueltas como una peonza. Una muchedumbre esperaba al "cacharro" como la bautizaron en Cádiz ajenos a la visión, la revolución y el esfuerzo que su esqueleto de acero guardaba. De hecho, algunos de los sucesores de la docena de hombres que se sumergieron recuerdan como hubo quien entró al prototipo con el pelo negro y lo abandonó con el pelo blanco.

La botadura fue un éxito y el Ministerio de Marina en un alarde de histórica miopía decidió calificar la proeza de "curiosidad técnica sin mayor trascendencia" y dejar que el submarino se convirtiera en un retrete para los empleados del astillero.Y sin embargo aquel retrete de 300.000 pts de la época pudo haber cambiado la historia. 10 años más tarde España perdió Cuba y Filipinas. El almirante que aniquiló la flota española, George Dewey, reconoció más tarde que un solo submarino de Peral hubiera dado al traste con su victoria.

Isaac Peral murió relativamente pronto y completamente hastiado; pero todavía dijo "no" al cheque en blanco que los ingleses le ofrecieron a cambio del talento que sus superiores no quisieron o no supieron ver.