Raúl volvió a llevar al Madrid a una final europea con un golazo

En la ida en Barcelona, jugada hace exactamente nueve años y tres días, con la resaca de Sant Jordi, el Madrid salió a jugar fiel a las señas de identidad que le hacen ser el club más laureado del mundo. El Real Madrid de aquel día no fue un equipo armonioso ni continuo, pero era explosivo y fuerte. Disponía de Zidane, Roberto Carlos, Guti y Raúl, todos ellos en plenitud. Aparte tenía jugadores incómodos como Solari, McManaman y Makelele.

El Barça en cambio era un equipo con una idea futbolística más parecida a la que tiene actualmente, pero más carente de talento. Saviola era el la joven esperanza de un 'once' que hizo una eliminatoria mejor del premio que finalmente obtuvo. El Barcelona siempre atacó más en la ida y se volcó contra el marco de César -héroe de la serie, que después cedió el protagonismo a Casillas en la final-.

Sin embargo el Madrid tenía jugadores más determinantes, y le bastó con una primera llegada de Zidane para batir a Bonano. El francés elevó el balón lo justo para que el argentino no pudiera despejarlo. A partir de ahí Kluivert, Overmars y Saviola lo intentaron hasta la extenuación, pero no era el partido. En la prolongación del choque y cuando todo parecía que se dirimiría en el Camp Nou, McManaman batió de nuevo a Bonano. El irregular inglés resolvió a la perfección un contraataque peleado con gran mérito por Raúl. 0-2 y Glasgow a tiro de piedra.

Un partido de vuelta más intenso que disputado

Una semana después, un 2 de mayo, el día de la Comunidad de Madrid de aquel año también resultó ser blanco. El equipo de Rexach planteó el partido con la misma intención que la ida y también con la misma efectividad. El Barça atacó de nuevo todo lo que pudo, con un Overmars que realizó una de sus mejores apariciones de blaugrana. Córners, faltas, balones frontales, todo el repertorio era poco. Sin embargo apareció Raúl, y lo hizo en su competición favorita.

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En las postrimerías del primer acto repeló una pelota que era de Zidane, encaró la frontal del área y se sacudió un zurriagazo que sorprendió a Bonano y a los millones de espectadores que observaban el momento. El 'siete' marcó así uno de los pocos goles que hasta hoy se han salido de su libro de estilo. Con un 0-3 en el global todo estaba visto para sentencia, pero el Barcelona nunca desistió y siguió como si nada pasara.

Poco después de la reanudación llegó el poco fruto que los catalanes recogieron, un centro de Cocu se envenenó tras tocar en Saviola y Helguera batió a su propio portero. El único gol del equipo que atacaba, lo metió un defensa del Madrid, quizás este fuera un buen resumen de la eliminatoria. 1-1 y pase para el Madrid, que aún no sabía la cantidad de gloria que le deparaba la final de Glasgow.