Cuando el baño del restaurante no es para todo el mundo: ¿disuasión o discriminación?
Muchos bares y restaurantes dificultan el acceso a las familias porque no las consideran un público rentable

Reportaje EP168 | Los restaurantes no cambian
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
En 2016 se viralizó la imagen de un hombre de Florida cambiándole el pañal a su bebé, en cuclillas y apoyado contra la pared de un baño público. Una foto que avivó el debate y puso en marcha varias reformas legislativas en EEUU, en Colombia... y, de forma muy tímida, también en España, donde algunos ayuntamientos ordenaron instalar cambiadores en algunos edificios municipales. Pero claro, eso fue una gota en el desierto.
Más información
"Es una falta de reconocimiento social de la maternidad y la paternidad", dice Laura Baena, la fundadora del Club de las Malasmadres. "Me cabrea muchísimo que los niños y las niñas no tengan voz porque no votan. Yo me las he visto y deseado sentada en un váter. Te sientes discriminada y hasta maltratada. Como que a la sociedad no le importas".
En los bares y restaurantes, lo normal es que no haya cambiador y que, si lo hay, esté en el baño de mujeres. Algo que, para Mavi Villatoro, de la plataforma Mamma Proof —que se dedica a identificar lugares family friendly— resulta discriminatorio con los bebés y con sus cuidadores.
Biberones con estrella Michelin
Pero no todos los restaurantes actúan igual. Con motivo del 8 de marzo, le preguntamos a 30 restaurantes españoles con estrella Michelin si aceptan niños: la mitad, con una mujer como chef; y la otra mitad, con un hombre. Pues bien, después de analizar 27 respuestas, resulta que el 100% de los restaurantes liderados por mujeres aceptan niños. Incluido el legendario Arzak (San Sebastián).

"Los niños siempre han sido y serán bienvenidos", explica la chef Elena Arzak, la única mujer con tres estrellas Michelin de España. "Estamos totalmente a favor de que los padres vengan con sus hijos. Estamos muy acostumbrados a tratarles y sabemos que un bebé puede llorar, pero en esos casos la gente es coherente, se levanta y nosotros les ayudamos a encontrar una solución".
La chef Fina Puigdevall, de Les Cols (Olot, Girona), también puede dar ejemplo con dos estrellas Michelin: "Estamos totalmente a favor de que los padres vengan con sus hijos. Hemos calentado biberones, papillas... ¡De todo! Yo también he ido a restaurantes con mis hijas y creo que las educa porque aprenden a comer y a comportarse en público. Es muy feo que no se acepten niños. Para mí no es algo discutible".
Un evidente sesgo machista
Lo curioso es que (de vuelta a las preguntas), cuando el chef es un hombre, la respuesta ya no es unánime. En más de la mitad, o no aceptaban niños... o lo hacían solo bajo determinadas condiciones. Al preguntarles si disponen de cambiador en el baño, la proporción es parecida: cuando manda una chef, el 66% tiene cambiador o un espacio cómodo para los padres. Cuando el jefe es un hombre, en cambio, la cifra se reduce al 23%.

Cambiando pañales en un baño sin cambiador. / FACEBOOK DE DONTE PALMER

Cambiando pañales en un baño sin cambiador. / FACEBOOK DE DONTE PALMER
Un evidente sesgo por género que a la cocinera Maria Nicolau, autora de Quemo!, le encaja con otros signos de desigualdad: "Es la misma cuestión de fondo que explica por qué no hay mujeres en la alta gastronomía o en las altas esferas de cualquier ámbito laboral. Los hombres nunca tienen en cuenta la fecundidad en la ecuación. ¡Es desesperante! Mientras ellas lo entregan todo por un bien mayor, ellos están demasiado ocupados teniendo éxito".
Pero el machismo no es la única explicación. Paco Cruz, un experto en gestión de restaurantes conocido como The Food Manager, asegura que a muchos restaurantes no les parece rentable atender a familias porque "ocupan mucho espacio, permanecen mucho tiempo en el local, dan bastante guerra y, encima, gastan poco", así que hacen todo lo posible por no dar facilidades: "Poner en la web 'no tenemos trona' es como decir 'no queremos a tu hijo' o 'no queremos familias'. Y yo no digo que lo comparta, pero sí que lo entiendo. Eso sí: los hosteleros que apuestan por ello suelen contar con una clientela muy fiel".
"No es un tema económico"
El cambiador en sí —una tabla de plástico anclada a la pared— no es un producto caro. Según Manel Marsiñach, comercial en la Distribuidora Joan, que vende artículos de la marca americana Rubbermaid, suelen rondar los 300-400 euros, pero duran muchos años. Pese a todo, solo suelen comprarlos las grandes cadenas hoteleras o las franquicias internacionales de restauración.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Gastro SER | Machismo con estrella Michelin (y croquetas congeladas)
También hay pequeños restaurantes de alta cocina, como el madrileño Lakasa, que aceptan niños y que cuentan con la opción más práctica para todos: un cambiador instalado en el baño adaptado para personas con discapacidad. "Cuesta más la instalación que el propio cambiador", señala el chef César Martín. "No es un tema económico, evidentemente. Pero yo no soy muy partidario de que te obliguen".
La cuestión, al final, es si debería legislarse (como se ha hecho en materia de terrazas, de salidas de emergencia, o accesibilidad) para que sí sea obligatorio instalar un cambiador para bebés en los establecimientos de cierto tamaño. Porque el hecho de no facilitar el acceso al baño a todo el mundo puede verse como algo disuasorio... pero también como una discriminación en toda regla contra las personas de menos de 1 o 2 años.
España tiene un problema demográfico
"La verdad es que nunca me lo había planteado porque yo he cambiado a mi hija en un banco de la calle y hasta encima de la mesa de un restaurante. Pero no veo por qué no debería legislarse. Al fin y al cabo, ¡son personas!", señala Maria Nicolau.

Laura Baena, por su parte, reivindica que no se expulse a las familias a determinados barrios de familias en los que está bien visto ir con niños: "Una sociedad avanzada y diversa ha de integrar a todo el mundo. Tenemos que aspirar a tener ciudades baby friendly, como las hay en Europa. Lo del cambiador es un signo inequívoco de la falta de reconocimiento social de las familias y debería obligarse por ley, por supuesto".
España tiene un problema demográfico porque nacen muy pocos niños (de media, menos de 1,2 por mujer) y seguro que no la causa no es la escasez de cambiadores en los restaurantes. Pero sí es un síntoma de lo que muchos consideran adultocentrismo o discriminación por edad. Algo que, además, ni siquiera está en la agenda política.

Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...