Hay vida más allá del 'lambrusco': el vino italiano (asequible) que no tiene rival en España
Santi Rivas defiende que "Italia es una puta locura" con grandes vinos por 15-20 euros

Brindando con Lambrusco. / Massimo Ravera

Madrid
En España hay tantos vinos, tan buenos y tan asequibles que, a menudo, cuesta salir de ahí. La mayoría, de hecho, suele optar por las denominaciones más conocidas —Rioja, Ribera del Duero, Rueda o Rías Baixas— y, si acaso, por alguna referencia local. Pero, aunque a los wine lovers les gusta explorar otras zonas productoras, como Francia, Alemania, Argentina o Sudáfrica, la curiosidad suele conllevar un coste añadido que no todo el mundo está dispuesto a asumir.
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Hay una excepción que confirma la regla, por supuesto: los lambrusco. Unos vinos del norte de Italia que, durante años, han sido los más exportados —en especial a EEUU— y que en España, durante la década de los 90, alcanzaron enormes cotas de popularidad. De hecho, no solo estaba en todos los restaurantes italianos. ¡Hubo un momento en el que estaban casi en todos sitios!
El lambrusco, para el consumidor medio, era un vino rosado con burbuja (aunque no tanta como un cava), ligeramente dulce y afrutado, muy fácil de beber y, sobre todo, muy barato, por lo que ha sido el primer vino para muchos españoles y, probablemente, el único vino italiano que ha probado la mayoría. "Yo lo recuerdo en las cenas de amigos. ¡Siempre alguien traía un lambrusquito!", señala la escritora Mercedes Cebrián.
Pequeña historia del 'lambrusco'
Para Santi Rivas, el experto en vinos de Gastro SER, sin embargo, los lambrusco no están a la altura. En la última sección de El vampiro del vino, de hecho, ha preferido no catar nada —algo inédito— antes que descorchar un lambrusco. "Yo no lo consumo y si vengo aquí es para enseñar cómo beben los que beben", ha dicho, medio en broma, medio en serio.

El autor de Vinos gentrificados asegura no haber probado jamás un lambrusco bueno, pero tampoco se atreve a asegurar que no exista ninguno: "Hombre, seguro que alguien lo habrá llevado al máximo nivel. Estamos hablando de un frizzante de baja graduación, unos 7,5 grados, que se elabora con el método charmat (segunda fermentación en depósito de acero) y que está pensado para un tipo de consumo intrascendente".
Según Santi Rivas, el que bebe lambrusco es porque "algo tiene que hacer con su vida", pero él lo vincula con el mundo de los refrescos. "Asocio el lambrusco al hecho de estar en una terraza, algo frívolo... Pero alguien habrá que lo haga bien".
"No te hacen pensar, pero sí disfrutar"
La lambrusco, en realidad, es una variedad de uva originaria de las regiones de Emilia-Romaña y Lombardía (norte del país) que cuenta con una Denominazione di Origine Controllata (DOC) y que, históricamente, ha destacado por su elevada productividad. En el libro Wines Of The World, Robert Modavi señala que los etruscos ya hacían lambrusca y que,en cualquier caso, es un "maravilloso acompañante" para la cocina de Bolonia.
La sumiller Mertixell Falgueras también le dedica un capítulo al frizzante en #ConVinoConTodo y asegura que, aunque "para muchos, son vinos para la masa", el hecho de que tenga "poco grado, mucha fruta, buen diseño, un nombre atractivo" y que además sea "simpático, fácil, agradable, dulzón y extrovertido" lo convierte en un vino casi irresistible. "No te hacen pensar, pero sí disfrutar... y al final del día ¿qué es lo que queremos?".
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Falgueras pone en valor que los vinos de aguja han "desacomplejado el dificultoso mundo del vino" a base de "diversión, simplicidad e intensidad a precios asequibles" y que, al final, han conseguido llegar a consumidores de "niveles sociales e intelectuales muy variados".
Pero Santi Rivas insiste en que Italia tiene otros muchos tesoros que merecen ser descubiertos: "En el mundo del vino sueles diferenciar alcohol, tanino y acidez, y si un vino destaca por una cosa, no suele tener la otra. En Borgoña es la acidez. En el Ródano, el alcohol bien integrado. Y en Burdeos, el tanino. Pero hay una región en el mundo que tiene las tres a toda hostia. Son unos vinos absolutamente impresionantes".
Los vinos italianos que merece la pena conocer
Se refiere, por supuesto, al Barolo que se produce en el Piamonte: el vino más prestigioso del mundo, después del de Borgoña (y por delante de Rioja). "Hay algunos por poco más de 30 euros", apunta.
De todas maneras, también "hay grandes vinos italianos de uva barbera, dolcetto o freisa por 15-20 euros". Hay un barbaresco en concreto, el Cascina Delle Rose, que es fácil de identificar porque tiene un perrito en la etiqueta y que es "impresionante". Según Santi Rivas, "no hay un vino español que lo supere con ese precio".
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Pero su vino italiano favorito es un poco más caro: "Tengo especial predilección por el vino de Giuseppe Rinaldi, que está gentrificado, eso sí. Las botellas de 15-20 euros ya valen 60-70, y las de 60-70 rondan los 500. Pero bueno, a veces, en tiendas de e-commerce italianas, los encuentras sin que le hayan metido tanta hostia".
Sea como sea, Santi Rivas recomienda hacer enoturismo: "Italia es una locura en eso. La Toscana es una puta maravilla y Sicilia es una maravilla. Es como en las pelis, ese nivel. Su uva más prestigiosa es la nebbiolo, la uva de la niebla, que se disipa entre las montañas mientras amanece. Pero Italia es una puta locura, no te la acabas. Pero hay tantas bodegas y son tan complejas, que yo me centraría solo en una zona".


Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...