Del garaje de una profesora al restaurante con estrella Michelin: la insólita historia de las tartas de la madre de Cris

Madrid

Pilar Molina (la madre de Cris) llevaba 35 años trabajando como profesora de Lengua y Literatura en un instituto de Granada y, a los 60, decidió jubilarse. Pero el fin de su trayectoria como docente no fue más que el principio de una aventura empresarial —tarta de queso mediante— que, 10 años después, cuenta con seis tiendas propias (Granada, Málaga, Sevilla y Madrid), 50 empleados y presencia en restaurantes de toda España.

"Organizamos una fiesta y a los amigos de mi hija Cris les gustó mucho mi tarta de queso", explica a Gastro SER en su stand del Salón de Gourmets. "Luego siempre decían que querían tarta de la madre de Cris... y uno, que era gerente de un restaurante, me animó a comercializarla. Mi familia me decía que no, que si estaba loca, pero al final me animé porque... bueno, me gusta animarme en general".

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Al principio hacía todas las tartas en la cocina de su casa, pero luego —asesorada por sus vecinos, que eran veterinarios— montó un obrador en el garaje. Pero el negocio no dejaba de crecer, así que al final optó por alquilar un local en el centro de Granada, muy cerca de la Catedral, que no tardó en cosechar "un éxito arrollador".

Cremosa pero firme

La madre de Cris (que tiene otra hija: Marta), asegura que el hecho de que Granada sea una ciudad turística ha ayudado mucho —"le vendemos muchas porciones pequeñas a los turistas y los estudiantes"—, pero lo cierto es que tampoco les ha ido mal tanto en Málaga como en Sevilla, con dos tiendas en cada ciudad. "Ahora acabamos de inaugurar otra en Madrid, en la calle Diego de León", señala orgullosa.

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La tarta de la madre de Cris es una tarta de queso deliciosa, pero no tan líquida como las que han proliferado en los últimos años. "Empecé con una receta de mi madre que he ido modificando", explica Molina. "Ahora están muy de moda, pero cuando empecé solo se hablaba de las clásicas de La Viña o Cañadío. La mía no es tan fluida. Es cremosa pero firme. Quería conseguir una tarta que estuviera muy buena, pero que también fuese ligera y se pudiera manejar y partir con facilidad".

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Hay tres formatos a la venta: 800 gramos, 1,1 kilo y 1,5. Pero la más vendida es la de kilo y medio, que en Granada cuesta 30 euros y en el resto de España (por el transporte desde el obrador), 35. "De cada tarta sacamos 8 o 10 raciones", explica. "Tenemos la tarta clásica, hecha con queso crema, pero también hacemos una de queso manchego curado, una del queso azul Savel —que ha ganado muchos premios—, de Baileys, de brownie o de galletas Louts, que se han puesto muy de moda porque el sabor de la canela y el jengibre es adictivo. ¡Es una locura! Es como cuandopasas por delante de una pizzería, que hueles... ¡y ya quieres entrar!".

¿Pasarán de moda?

A punto de cumplir 70 años, Pilar Molina sigue pasándose por el obrador todos los días, pero los tiempos en los que trabajaba a destajo con la única ayuda de su hijo y un amigo ya han quedado atrás. "Ahora ya solo me encargo del obrador de I+D", explica satisfecha.

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Con una producción que ronda las 600 tartas al día, la repostera granaína asegura que sus creaciones han llegado a formar parte de la carta de un restaurante con estrella Michelin (de Bilbao, para más señas). Pero aunque algunos negocios presumen de ofrecer La tarta de la madre de Cris ("sobre todo los de Granada, porque somos muy conocidos y les da prestigio"), otros optan por callar y apropiarse del mérito.

A ella, según dice, le da igual. Lo que tiene claro es que la tarta de queso es algo más que una moda: "La receta nació en la Grecia Clásica, antes de Cristo, y lleva toda la vida. Es verdad que ahora hay un boom espectacular, pero pasa con toda la repostería americana: carrot cake, lemon pie... Si seguimos así, se agotará el mercado. Pero bueno, haremos otras cosas".