Héctor de Miguel: "¿Porque somos de izquierdas no podemos gastarnos 100 euros comiendo? A veces Taco Bell y a veces estrella Michelin"

Madrid

Héctor de Miguel lleva años haciéndonos reír, pero muchos de quienes veían La Vida Moderna y, últimamente, Hora Veintipico, no esperaban que el cómico anteriormente conocido como Quequé desdoblase su personalidad para convertirse en Héctor de Comer y que, a fuerza de compartir recetas de carrilleras, lentejas o patatas revolconas, también les incitase a coger un delantal.

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"Si hay gente a la que no le interesa este mundo y, de repente, le entra el gusanillo y se pone a cocinar, ¡perfecto!", asegura en una entrevista concedida a Gastro SER. "Yo era así hace 12 años. No cocinaba nada. Comía muy bien, siempre he comido muy bien, pero no cocinaba nada. Hasta que un día me di cuenta de que eso no tenía ningún sentido".

Su interés por la cocina, además, viene de lejos. "Cuando mi madre cocinaba siempre me ponía a su lado, y cuando mis abuelas cocinaban siempre sentía mucha curiosidad", recuerda con cariño.

Invitar a comer y hacer reír

Un cambio de costumbres que le está dando muchas alegrías: "La cocina te da una satisfacción inmediata cuando ves que te empiezan a salir las cosas. Y luego, como todos los hobbies, cuando estás cocinando estás solo cocinando, así que te evades mucho y se te ocurran otras cosas. Como cuando estás relajado o paseando. Pero luego está la satisfacción que te da invitar a otras personas a comer. ¡Eso es muy bonito! Es como hacer reír a la gente".

Héctor de Comer cuenta ya con más de 36.000 seguidores en Instagram, pero el cómico asegura que todo empezó como una broma. "El verano es muy largo!", asegura. "Todo surgió un día que estaba cenando en un sitio guay, haciendo fotitos a los platos y toda esa mandanga que luego nunca vemos... y pensé que estaría guay hacer una cuenta que parodiase un poco el mundo de gastroinfluencers de TikTok e Instagram. Esa gente que te dice: '¿Quieres comer macarrones en un sitio secreto de Madrid que nadie conoce?'. Bueno, gracias a ti ya todo el mundo lo conoce, cabrón".

Pero el director de Hora Veintipico —el único que se ha atrevido a preguntarle a Pedro Sánchez qué come en Moncloa cuando llega tarde de una cumbre en Falcon— no solo parodia y lanza zascas ("es muy importante acabar zumbándole sin sentido a Taco Bell", dice, aludiendo a una de sus bromas recurrentes). También comparte algunas de las recetas que hace en casa, habla de los vinos que le gustan (asesorado, a veces, por Santi Rivas) y recomienda restaurantes.

La foto con Mariano Rajoy

Una de las imágenes más comentadas de los últimos meses, de todas formas, fue la foto que se hizo junto a David Broncano y Mariano Rajoy en el comedor del restaurante Casa Lucio: "Nos gusta ir de vez en cuando para sentirnos señoros", asegura. "Estaba Rajoy en otra mesa y pensamos que era una guerra de sobremesas: el que se levante antes, pide la foto. Él alargó la suya bastante y vi que fue a whiskys de etiqueta negra muy valorables. Tiene un punto de bonvivant. Le encanta comer y beber bien".

Héctor de Miguel reconoce que, aunque ideológicamente no tengan nada que ver, el expresidente del Gobierno siempre le ha parecido "un tipo muy divertido". Tanto que, de hecho, se iría de cañas o de vinos antes con él que con Pretty (Pedró Sánchez). "Y me encantaría entrevistarle", asegura.

Nombrado como Ribereño del Año en 2018, Héctor de Miguel asegura que "el vino hizo mucho por la comedia en el plató de Intereconomía", sobre todo en "esa tertulia de señores mayores que se iban viniendo arriba y quería matar rojos". Pero, aunque a veces le resulte complicado, también puede hablar en serio sobre gastronomía.

"No podemos dejar que nos secuestren eso"

El director de Hora Veintipico comparte con Ada Colau el diagnóstico de que la izquierda ha descuidado la preocupación por las pequeñas cosas. Algo que, en su día, empezó a cuestionar Manuel Vázquez Montalbán.

"Eso nos engancha un poco con esa ranciedad de la derecha: 'Eres rojo, pero bien que tienes un iPhone'... ¡Pues claro! Y bien que me apetece comer tres veces al día. A veces Taco Bell y a veces una estrella Michelin", asegura.

"No podemos dejar en sus manos el hecho de apreciar un buen vino o el comer bien porque entonces ya nos lo secuestran todo: el himno, la bandera... ¡Hombre! El buen vivir, gastarte 100 euros un día comiendo... ¿Qué pasa? ¿No podemos porque somos de izquierdas y tenemos que estar todo el día diciendo: '¡Ay,madre mía, Cuba!'? No podemos dejar que también nos secuestren eso porque, entonces, apaga y vámonos".