La leyenda de Curtis Garland

Barcelona

Mañana, día 5 de febrero, se cumplen diez años de la muerte de Curtis Garland, un popular escritor de novelas de kiosco. Hoy llevamos ropa térmica y escuchamos podcasts; pero, antes, la gente oía la radio, leía novelas del Oeste y pasaba frío. Otro de los más grandes escritores de este tipo de novelas fue el padre del admirable Enric González. Era periodista, se llamaba Francisco González Ledesma y es uno de nuestros clásicos de la novela negra. Pero, al otro lado del kiosco, González Ledesma fue conocido con el nombre legendario de Silver Kane. Siendo a la vez periodista y leyenda, en Francisco González Ledesma se concentró todo Liberty Valance. Curtis Garland pertenecía a esa generación. Se llamaba verdaderamente Juan Gallardo Muñoz, y nadie como él escribió novelas de terror. Sus vampiros luchaban por sobrevivir en el presente, como nos pasa a todos cada día. Cuando le conocí, Curtis Garland tenía 78 años, y las novelas de a duro ya no existían. Sin embargo, él seguía escribiendo para el mercado sudamericano junto a su compañero de oficio, Frank Caudett. Otro mito del bolsilibro, al igual que Ralph Barby, Lou Carrigan, Keith Luger, Clark Carrados y, por supuesto, Marcial Lafuente Estefanía y Corín Tellado. Nunca sabía cómo dirigirme a él, cómo llamarle. Decirle Juan me parecía irrespetuoso, y llamarle Curtis Garland me parecía falso teniéndole delante, así que opté por el apellido, Gallardo, igual que en la mili. No en vano, también había escrito muchas novelas bélicas. Curtis Garland llevaba siempre una gorra de Batman negra, chaqueta de cuero y corbata con heráldica. Murió en la cama de un hospital, con un boli y una libreta, escribiendo su última novela. Y porque él nunca dejó de escribir, he querido seguir escribiendo yo hoy sobre él diez años después de su muerte.