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Joan Vich analiza el FIB por dentro: "El indie es muy conservador"

El músico y programador publica ‘Aquí vivía yo’, una crónica emocional de sus 25 años, uno de los festivales más importantes que ha marcado el rumbo de la música española

Imagen de Joan Vich autor de 'Aquí vivía yo' / EVA PONGA

En España antes del FIB no había nada tan importante en la escena musical, fue una escuela para todos los festivales que vinieron detrás. En Benicassim, el festival fue creciendo, igual que el turismo de Sol y playa, igual que una España que iba abriéndose cada vez a la música internacional, a las nuevas tendencias. Es imposible entender el mapa de los festivales de música o la cultura musical actual sin mirar al FIB. Por eso vamos a hacer una especie de crónica sentimental y musical con Jordi Vich Montaner, autor de Aquí vivía yo, las memorias de sus 25 años trabajando dentro.

¿Por qué abrir ahora la caja de recuerdos?

Justo ya no trabajo en el festival. En realidad yo abrí esa caja en 2020, pero no hubo festival, tampoco al año siguiente. He ido posponiendo el libro hasta que ví que este año sí habrá y yo no estaré. Son mis 25 años allí.

¿Vas a ir como público?

No, ni hablar, ni se me ocurre.

¿De qué manera el FIB ha cambiado la manera de concebir la música en España?

Creo que el FIB fue el primer festival que se consolidó de la manera en la que hoy entendemos los festivales y a partir de ahí fue un espejo para los demás, para bien y para mal. Hubo otros que vinieron detrás que mejoraron mcuhas cosas, pero basándose en esa experiencia. Luego el festival ha ido evolucionando con la sociedad española y ha sido un reflejo de cómo ha evolucionado la cultura española. El festival venía de la escena alternativa, de la música independiente y esa música se ha convertido en hegemónica. Las altas esferas son indies, hasta Moreno Bonilla dice que es indie. Se ve como toda una generación luego fue cogiendo puestos en política, en publicidad, en el mundo de la cultura, del cine y el festival ha ido reflejando eso.

Mencionas en el libro que el indie siempre tuvo la fama de apolítico, sin embargo, parece que algo cambió, al menos en algunos grupos, a partir de la crisis de 2008, donde muchos se implicaron en sus letras o en sus comentarios, ¿ha sido el FIB un festival político en algún momento?

Depende de si consideras el festival como una suma de sus trabajadores o de toda la gente que iba. El festival como empresa no tenía un interés político, sino económico, de hacer todo el beneficio posible. Por otra parte, como trabajadores y aficionados en la música sí que a partir de 2008 y ya después en 2011, eso nos cambió la manera de estar en el mundo y afrontar las cosas. Hubo un cisma entre los que decidimos que sí, que el mundo no estaba bien, y los que decidieron que eran fans de la música solo por momentos estéticos. Nacho Vegas, por ejemplo, creció con la generación del festival y ahora es una persona comprometida con su tiempo.

Hablas también de la relación del festival con la vida, con la vida política, mencionas en libro la rueda de prensa con Carlos Fabra, por entonces presidente de la Diputación de Castellón, el FIB se celebra en Benicasim, o de la realción con los vecinos, con el turismo de sol y playa. Luego los festivales se han concentrado en conglomerados empresariales e incluso los fondos de inversión han entrado en ellos, ¿influye eso en la elección del cartel?

Seguro. No lo sé porque no estoy en esos festivales, pero estoy convencido de que los accionistas quieren beneficios. En lo que el FIB fue un ejemplo es en explicar cómo funciona la sociedad de consumo, crecimiento continuo. Si un festival no crece, se piensa que es un fracaso. Se piensa siempre ingresar más, meter más gente, crecer más, que entren más sponsors... Yo estoy en contra de eso. Tenía un trabajo, como el que es de la CNT y trabaja en un banco, no estoy a favor de la dinámica del crecimiento continuo, pero tenía que trabajar.

Y hablando de política, habéis tenido a la reina Letizia y a Pedro Sánchez viendo a The Killers y casi os quedáis sin sonido por los inhibidores de seguridad, ¿Qué pasó?

En realidad no pasó, pero porque avisamos. Los inhibidores protegen al presidente y es normal, pero claro lo inhiben todo, hasta las ondas necesarias para que la música sonase. Fue una complicación. Una visita de ese tipo en un evento es siempre una complicación que cualquier organizador debería preferir no tener, porque implica cambios en el protocolo. Nuestro trabajo es conseguir que la gente que ha pagado una entrada se divierta, si tienes que dejar eso de lado para organizar una visita así, pues perjudica en el trabajo de todos. Mejor cuando vino de fan, que cuando vino de presidente. Sí quiero decir que hubo una polémica estéril sobre el Falcon, porque criticaban que viniera en el avión presidencial, ¿cómo va a viajar? Me parece como algo natural. Encima es que venía a ver un concierto, lo que significa el presidente del gobierno apoyando un concierto. A nosotros no nos afectó, la verdad, pero me resultaba incomprensible.

¿Cómo ves el futuro de los festivales? ¿Sientes que hay burbuja? ¿Cómo es el panorama actual?

No tengo ni idea del futuro, nunca he querido hacer predicciones. Hay quién puede pensar que el panorama ahora mismo está saturado, pero yo lo veo sano. El principal problema que yo veo este verano es que en estos dos años de parón mucha gente se ha tenido que buscar otros trabajos y eso hace que falten profesionales. Cuando el FIB empezó era todo un páramo. Veníamos de los años ochenta donde era un descontrol y en los noventa se empezó a construir una estructura de espectáculos nacionales e internacionales y en 2019 ya estábamos a un nivel perfecto internacional de infraestructuras. Este año está faltando gente, no hay escenarios suficientes para tantos festivales, no equipos de sonido, no hay trabajadores cualificados para tantos festivales. Ahí es donde puede haber fricción. A mí que haya muchos festivales no me parece mal, la gente decidirá si quiere o no ir. Los que no tengan gente, cerrarán y los que sí, seguirán. Al final será la ley del mercado la que regule eso.

Recorres momentos emocionales y hablas de los grupos, de esa banda amable que es Belle and Sebastián, un grupo amable, frente a las estrellas y sus demanes, como Pete Doherty, ¿cómo es lidiar con un las estrellas de la música?

En realidad, con los artistas, salvo que seas el tipo de persona que le gusta conocer a los artistas, no tienes por qué lidiar. Tienes que lidiar con su entorno que, a veces, es peor, porque suele ser un entorno protector. Los primeros años fue duro, los últimos ya no. Le vas quitando hierro. A mí me han amenazado con cancelar el concierto cientos de veces. Las primeras veces me lo tomaba muy enserio y tenía mucha presión, luego ya le quitaba importancia.

Las drogas es otro de los temas que aparecen en el libro, los stand de Energy Control que analizabna las drogas de los asistentes para ver si eran o no seguras, y la figura que mencionas de Frida, que se encargaba de suministrar droga a los artistas, ¿es quizá esto lo que menos que conoce?

La droga es el elefante en la habitación, está en todas partes, pero todo el mundo asume que no está. Está en entorno laborales y hay más en entornos festivos. No se trata de decir a la gente que lo haga, pero sí de que si lo van a hacer, que lo hagan bien. En cuanto a Frida, mejor no destripar nada.

2004 será recordado en la historia del FIB como el año en que Morrisey no acudió al concierto. Cuentas en el libro ese día fatídico, cómo se desmontaban una a una las letras luminosas del escenario verde donde iba a tocar el ex líder de The Smith, ¿Cómo fue aquello? ¿le habéis perdonad?

Me supo fatal por la gente que había viajado y su objetivo principal era ver a Morrisey, es que hacía veinte años que no actuaba en España. Esa cancelación a mucha gente le dolió mucho. Yo creo que los que estuvieron allí y no pudieron verlo, no creo que les hiciera gracia. Luego pudieron verle y empezó a venir más veces.

Ese año, sin embargo, el festival sacó baza con otras leyendas, Lou Reed, Brian Wilson...

Aquel año ese cartel fue muy criticado, porque no era habitual que tocaran en festivales leyendas de la música. Cuando se anunció que estaban Morrisey, Lou Reed, Brian Wilson o Kraftwerk fue muy criticado porque la gente quería a los grupos de moda ese año, que sería Franz Ferdinard, supongo. Visto ahora con el tiempo ese año fue espectacular, pero en ese momento fue muy criticado. Muchas veces el festival ha sido muy pionero en muchas cosas y esa fue una de ellas.

¿Eso quiere decir que el indie reacio a las novedades? ¿Es el indie hermético?

Mucho. El indie es muy conservador. No diría por definición, pero sí por descripción. Es conservador, reacio a las novedades y a la evolución.

¿Qué momento ha sido el más criticado de la historia del FIB?

Un momento muy criticado fue el último año, que pusimos a Vetusta Morla de cabeza de cartel. Igual me equivoqué, porque no tuvieron el tirón que podían haber tenido. En aquel momento pensamos que habían vendido 40.000 entradas en la Caja Mágica y que no había ningún grupo nacional capaz de eso y tampoco teníamos ningún grupo internacional que pudiera igualarlo. Teníamos a The Strokes, que luego no vinieron, pero ni siquiera ellos son capaces de vender esa cantidad de entradas. Entonces, ¿por qué podemos poner de cabeza de cartel a un grupo internacional que vende menos que uno español? Pensamos que Vetusta Morla eran más grandes que los Strokes y debían ser cabeza de cartel. Hicimos eso y no lo entendió nadie, a nadie le gustó. Todo el mundo estaba enfadado. Sigo pensando que debemos hacer eso. Creo que en los carteles de los festivales muchas veces se pone en grande a los internacionales por el mero hecho de ser de fuera y no son más grandes que los españoles.

Además de Vetusta Morla, están por ahí Los Planetas, cuya carrera ha sido paralela al festival y que tuvieron ese concierto con Mendieta a la guitarra, ¿Cómo ha sido el compromiso del FIB con la música española?

Compromiso no diría. Creo que lo que ha habido un crecimiento paralelo y conjunto de crecer a la vez. Creo que muchos artistas, sobre todo a finales de los 90 y principios de los 2000, la primera vez que actuaban en un escenario grande con buenas condicines fue en el escenario grande del FIB. A partir de ahí, unos hicieron carrera y otros no, pero fue el sitio donde todos nos encontrábamos. La escena indie creció y se desarrolló dentro del FIB y gracias al FIB.

Y con la electrónica, ¿qué paso con el momento David Getta?

Yo ahí estaba de acuerdo con los que criticaban. Fue una imposición del propietario. Todo es justificable, en realidad. A mí me gusta tan poco David Getta como Muse, pero según los parámetros estéticos de lo que era el FIB parece que sí podía entrar Muse, pero no Ghetta. Lo que pensamos ese año fue salirnos de la línea tan coherente y tan cerrada que marcaba a todos los festivales en España. El Sónar era muy de electrónica, el Azkena muy de rock y el FIB era muy de indie y convertirnos más como un festival como Glastonbury o los festivales franceses, que tienen una línea más abierta. Eso en 2010 no se entiendió, una vez más, y ahora mismo creo que todos los festivales van en esa línea. El Mad Cool tiene una línea muy abierta, el Primavera Sound ha abrazado otros géneros. Creo que eso es bueno, eso muestra cómo escuchamos la música hoy en día, ya no escuchamos un estilo, escuchamos de todo, porque todo está disponible.

¿Qué tienen los Chemical Brothers que siempre son un exitazo?

En realidad son muy buenos. Vinieron cuatro años seguidos en el festival y se creó una relación con ellos. Era el mejor momento de su carrera y el momento en el que el indie descubrió a la electrónica.

¿Podría entonces haber regetón en el FIB?

Bueno, yo en los últimos años intenté llevar a J Balvin y Bad Bunny y mis compañeros no me dejaro. Pero creo que debían haber estado.

A parte del regetón, ¿Qué artista se ha quedado sin ir al FIB?

Muchos. Más de los que nos gustaría. David Bowie siempre se intentó, pero no pudo ser. Lo mismo que REM. Personalmente, los Beastie Boys, que lo intenté muchas veces. Neil Young también lo intentamos. Prince estuvo confirmado, pero luego se cayó, aunque no lo habíamos confirmado y eso nos salvó, pero canceló toda la gira a pesar de tener el contrato firmado. Puedo decir muchos, la verdad.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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