Los encantos de Pepe Rodríguez, más allá del plató de 'MasterChef'
La 'app' de reservas ElTenedor distingue a El Bohío como el restaurante favorito de los españoles en 2019
Madrid
Pepe Rodríguez lleva años colándose en el salón de los hogares de media España. Sus intervenciones en el plató de MasterChef, donde suele alternar críticas culinarias con chanzas manchegas, le han convertido en uno de los rostros más conocidos de la telelvisón. Pero fuera del plató también sigue gustando —y mucho— a sus clientes. Tanto que la app de reservas ElTenedor, basándose en el criterio de sus usuarios, ha distinguido a El Bohío (Illescas, Toledo) como el restaurante favorito de los españoles en 2019.
El chef no esconde que su objetivo es ofrecer "la cocina de siempre, vista con los ojo de hoy". Una máxima que se traduce en bocados como el merengue de ensaladilla rusa, el pepito de trufa o el buñuelo de lentejas con butifarra. Pero si hay un plato que no puede quitar de sus menús degustación (de 65, 90 o 135 euros) es la pringá de cocido y su caldo. ¡Pura memoria emocional! "Cuando iba al cole, mi madre me envolvía en miga de pan un trozo de chorizo del cocido y yo me lo comía a bocados", explica orgulloso.
La evolución de El Bohío, al que la Cadena SER ha acudido invitada por ElTenedor, es casi una lección exprés de historia contemporánea. Abrió en 1934 como casa de comidas —la única que había en la carretera de Madrid a Toledo— y, ya en plena posguerra, cerró porque sus dueños emigraron a Cuba. Teresa Rey recuperó el negocio en 1971 y empezó a adquirir cierta fama gracias a platos como el cordero asado, la paellas o la perdiz en escabeche. Y con la tercera generación —con Pepe y Diego Rodríguez al frente— llegaron también las influencias de la nueva cocina vasca, las técnicas bullinianas y, en 1999, la estrella Michelin.
El destino, sin embargo, aún se reservaba un par de giros. "En 2008, con la crisis, se cayó el mundo", recuerda el chef. Illescas concentraba muchas empresas del sector de la construcción, así que el estallido de la burbuja se vivió como un terremoto, también en El Bohío. Pero el estreno MasterChef volvió a cambiar las cosas.
"Si quieres venir a comer un sábado o un domingo no tenemos mesa hasta dentro de dos meses", explica Rodríguez, resignado a hacerse fotos con toda su clientela, pero feliz por seguir viviendo en un pueblo que quizá no destaca por su belleza, pero que sí atesora "cinco cuadros de El Greco" y que, sobre todo, es el suyo.
"Siempre hemos tenido mil ofertas, pero si no nos fuimos en el peor momento, ya no nos vamos a ir ahora", dice. "Y mira, me acaba de preguntar mi mujer si puedo ir a buscar a mi hijo cuando acabe la clase de inglés. Eso, en Madrid, no lo tendría".
Comer en El Bohío es como recorrer el recetario popular manchego, pero con una suerte de filtro años 2000: un morteruelo con aire de lichi, unas cocochas de bacalao con esferificaciones, una croqueta de jamón deconstruida... Lo curioso del asunto es que, a estas alturas, la modernidad de su propuesta no procede de las técnicas sino de su compromiso inquebrantable con el producto y la tradición. "A mí me gustan mucho los tiraditos", dice Pepe Rodríguez, "pero hoy en día es más difícil encontrar una buena perdiz escabechada que un plato peruano".
Al público, tal y como demuestra el algoritmo de ElTenedor, le encanta la fórmula ideada por el chef de Illescas. En los últimos años, además, ha crecido mucho la clientela de bajitos. "Niños de 10, 11 o 12 años que vienen en fin de semana con sus padres y se comen un menú degustación entero", explica.
Lo que no cambia es su estilo socarrón. Al preguntarle qué plato de El Bohío es el que más le gusta a su compañero de jurado en la televisión, Jordi Cruz, responde con otra pregunta: "¿El que más le gusta o el que querría hacer?". Pepe Rodríguez sabe cómo conseguir sonrisas. Con lo que dice y con lo que cocina.
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...