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¿Hacia dónde va el (relanzado) Mercado de San Miguel?

Los responsables del espacio, que acaba de incorporar varios puestos de degustación regentados por chefs de la órbita Michelin, aseguran que en 2017 recibieron más de 8 millones de visitantes

Al Mercado de San Miguel entra gente sin parar... / C. G. CANO

Madrid

El Mercado de San Miguel, obra de Alfonso Dubé y Díez, se inauguró en 1916 y a día de hoy resiste como una de las construcciones más destacadas de la llamada arquitectura del hierro en Madrid. En el solar que ocupa se han vendido productos frescos desde la Edad Media, pero la irrupción de los supermercados y el hecho de ocupar un punto estratégico —entre la Plaza Mayor y el Palacio Real— han acabado marcando su destino. Tras su remodelación y reapertura, hace 10 años, se ha convertido en un centro de degustación frecuentado, básicamente, por turistas.

Amado y odiado casi a partes iguales, de lo que no hay duda es de que este antiguo mercado se ha convertido en un modelo. Para algunos, de éxito y con una fórmula relativamente fácil de imitar. Para otros, el ejemplo perfecto de lo que no debe hacerse con un mercado tradicional, convertido casi en parque temático.

Rodrigo de Bergia, actual gerente del espacio, asegura que en 2017 pasaron por el Mercado de San Miguel algo más de 8 millones de personas, con mayoría de extranjeros. Una cifra que supone una media de más de 20.000 visitantes diarios y que duplica la cifra oficial del Museo Reina Sofía.

Para contar con poco más de 1.500 metros2, no está nada mal. "Está lleno desde que abrimos hasta que cerramos, a todas horas", señala orgulloso De Bergia. "Aquí se puede venir a desayunar, comer y cenar, pero también a tomar el aperitivo o a merendar. Y no lo quiero llamar caos, pero eso también es parte del éxito. A la gente le encanta venir y que haya bullicio, que estén pasando muchas cosas".

Los arroces de Paella Power by Rodrigo de la Calle.

Los arroces de Paella Power by Rodrigo de la Calle. / C. G. CANO

En TripAdvisor abundan los comentarios positivos que ensalzan, sobre todo, la belleza del edificio y la calidad de la oferta gastronómica. Sus detractores, en cambio, destacan que está masificado, que los precios son muy elevados y que, de hecho, a pesar del nombre, ni siquiera es ya un mercado. La gran pregunta es si acabará muriendo de éxito. A corto plazo, al menos, parece que no.

Más estrellas, misma saturación

¿Una pescadería diseñada para triunfar en Instagram?

¿Una pescadería diseñada para triunfar en Instagram? / C. G. CANO

El Mercado de San Miguel cambió de dueños hace unos meses —los actuales propietarios son dos fondos de gestión inmobiliaria, Ares Management y Redevco, unidos en la joint venture Redevco Iberian Ventures— y una de sus primeras decisiones ha sido la de relanzar la oferta gastronómica del mercado con nombres de prestigio y de la órbita Michelin: Rodrigo de la Calle (El Invernadero), Roberto Ruiz (Punto MX), Ricardo Sanz (Kabuki), Jordi Roca (El Celler de Can Roca)...

En el puesto Paella Power siempre tienen varios fogones encendidos y, según cuentan, los clientes asiáticos empiezan a pedir raciones de arroz a las 10.30 de la mañana: paella valenciana, de verduras, arroz negro... También se puede saborear la cocina mexicana en Tacos, Margaritas y Punto, o probar un panecillo a la plancha relleno de helado y toppings creativos en Rocambolesc. A lo que casi nadie se resiste, ante la ingente cantidad de estímulos visuales, es a hacer alguna foto y subirla a Instagram: espectaculares peces espada, sandías talladas...

"El Mercado de San Miguel es un destino turístico consolidado con la comida como hilo conductor, todo un referente mundial, y la ventaja de un sitio así, respecto a un local a pie de calle, es que la gente viene con ganas de probar cosas nuevas", asegura Jordi Roca, alma de Rocambolesc. "A mí, como turista, me gustan estos lugares porque con un paseo tienes una gran oferta variada y divertida".

Todo buen género.

Todo buen género. / C. G. CANO

Aunque hay puestos que combinan la degustación con la venta de productos gourmet, como conservas o ibéricos, la frutería Felixia se ha convertido en el único puesto que recuerda algo a un mercado tradicional. Sus precios, eso sí, son bastante más elevados. Sus tomates, por ejemplo, van de los 7 a los 9 euros/kilo.

"El Mercado de San Miguel fue pionero en el concepto de mercado gastronómico y nuestro objetivo es seguir siendo un referente a nivel local, nacional e internacional", señala Rodrigo de Bergia. "Los nuevos puestos han abierto en los últimos meses o está a punto de hacerlo y los que ya estaban se han renovado. Pensamos que con los cambios atraeremos a más de público local".

¿Hacia dónde va el (relanzado) Mercado de San Miguel?

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Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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