Nueve cosas que quizás no sepas sobre Samantha Vallejo-Nágera

Madrid

Samantha Vallejo-Nágera explica en Fórmula Samantha (Conecta) cómo consigue sacar tiempo para hacer deporte y comer en restaurantes después de ser jurado de Masterchef, responsable de una empresa cátering y madre de cuatro hijos. Pero no explica solo eso. También narra algunas vivencias de película y argumenta ideas tan aparentemente extravagantes como la necesidad de que cada hogar cuente con una centrifugadora de lechugas. ¡La vida al máximo!

Primera comunión en un restaurante chino

Los padres de Samantha se separaron cuando ella tenía cuatro años y su infancia estuvo marcada por la convivencia con sus hermanos (tres chicos), lo cual le enseñó a "hacerse un hueco" entre hombres. De su madre, "una gran cocinera" de origen francés, aprendió a "organizar veladas y cuidar los detalles". Tanto la comida como las flores o las velas. Pero la glotonería, dice, es herencia de su padre, que siempre les llevaba a "sitios baratos, pero riquísimos". La primera comunión, de hecho, la celebró en un restaurante chino: "¡Me encantó! ¡Muy normal!".

Boquerones en vinagre

Su educación gastronómica empezó a forjarse en un supermercado de la carretera nacional VI en el que solían parar de camino a La Granja de San Ildefonso y en el que su padre les permitía "escoger un capricho para comer". Pero Samantha siempre elegía lo mismo: boquerones en vinagre. Un manjar que sigue siendo su "perdición" y que, además de preparar en casa, suele disfrutar en un clásico de Madrid: El Doble.

Todo empezó en Horcher

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Sus primeros experimentos en la cocina fueron bizcochos que preparaba siguiendo las recetas de un libro que, con ocho años, le había regalado "la madre de una amiga". Concretamente, una tal Clara María González de Amezúa, fundadora de la escuela Alambique y Premio Nacional de Gastronomía 2015. Pero luego optó por la "arquitectura de jardines" y no se interesó en serio por la cocina hasta los 19 años.

"Un amigo de mi madre, Gustavo Horcher, me retó a trabajar en la cocina de su restaurante, dando por sentado que no lo haría o que no llegaría a terminar un solo día de trabajo", explica en el libro. Pero pasó allí dos años, rodeada de hombres que le triplicaban la edad y que le enseñaron "las técnicas más básicas de la cocina".

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El origen de Samantha de España

El nombre de su empresa, Samantha de España, procede de su paso por Londres, donde empezó trabajando como au pair en casa del guionista y cineasta Mark Peploe. Una vez la familia le pidió que cocinase algo para una cena de amigos: "Fue la primera vez que me pagaban directamente por cocinar y descubrí que me gustaba".

Tras esa primer encargo, llegaron muchos otros, pero como a los ingleses les costaba pronunciar Vallejo-Nágera, decidió bautizarse como Samantha de España. Acababa de nacer una empresa de cátering...

Arzak y las cestas de hongos

Su madre le consiguió otro trabajo de au pair "en el palacete de una condesa octogenaria" de Florencia, y aprovechó para hacer prácticas en restaurantes de la Toscana durante los fines de semana. A esas alturas ya tenía claro que quería hacerse cocinera y logró plaza en la escuela del mítico Paul Bocuse, en Lyon, donde ganó el concurso final con un pato relleno acompañado de espinacas y cuscús con pasas, además de su tarta de chocolate ("plato estrella que sigo haciendo").

Tras graduarse como "la mejor" de su promoción y trabajar durante seis meses más para la escuela, recaló en el restaurante Arzak de San Sebastián. Una experiencia muy dura porque le volvieron a tocar las labores más rutinarias de la cocian: "Me pasaba el día limpiando cestas de hongos, pelando patos con una pinza de depilar, vaciando aves", se lee en el el libro. "Pero nunca pensé en abandonar porque me lo pasé fenomenal y el mismo Arzak siempre fue muy atento conmigo", matiza.

En casa de David Byrne

Después de la experiencia en Arzak y de otra en un hotel de Biarritz en el que se pasó "20 días limpiando el techo", decidió marcharse a Nueva York, donde acabó trabajando un mes como au pair y profesora de español en casa del músico David Byrne, ¡el líder de los Talking Heads!

"Eso fue genial", detalla para la Cadena SER. "Al llegar me fui a unos baños turcos públicos que había en la calle 10, donde conocí a un amigo que conocía a David Byrne, que estaba buscando una au pairy me tuvieron un mes a prueba. Allí aprendí un poco de cocina japonesa de la mano de su mujer. Pero la hija, Malú, que era un poco insoportable, tenía que salir a las 7 de la mañana para ir al colegio y a mí, que a veces salía por la noche, me parecía un poco pronto".

De los patines a un polígono de Alcobendas

Los dos años que pasó en Nueva York le sirvieron para consolidar su modelo de empresa porque empezó cocinando gazpacho y paella para sus amigos, pero acabó repartiendo tarjetas con la marca Samantha de España y recibiendo encargos en eventos exclusivos. "Por las mañanas me iba a comprar a Chinatown con mis patines y una mochila", explica.

Al volver a Madrid decidió seguir creciendo: "Mandé una carta —por supuesto escrita a mano— a todos los amigos de mi madre ofreciendo mis servicios de catering", relata en el libro. Pero pronto pasó de la cocina de casa a un piso en el centro de Madrid y, conlos años, a instalarse en "tres naves industriales de Alcobendas" y un equipo fijo de más de 30 personas, además del personal de sala, contratado por horas.

Una carrera fulgurante que le llevó a primero a Canal Cocina y luego a MasterChef, donde dio el salto definitivo a la fama: "Puede ser que la gente llame más. A nivel de comunicación ayuda bastante, pero si llaman es porque quieren comer bien, no porque salga por la tele".

Mucho sudor y muchos contactos

Al leer Fórmula Samantha queda claro que, aunque nadie había pasado por una cocina profesional, su familia tenía muchos contactos. Algunos ejemplos: su abuelo —del que no habla en el libro— fue un psiquiatra muy destacado, empeñado, eso sí, en demostrar que el marxismo era una enfermedad mental. Su tío Juan Antonio también fue un reputado psiquiatra y escritor, ganador del Premio Planeta en 1985. Y su madre, Sabine Déroulède, dirigió la revista Casa y Jardín.

"Empecé en una cocina siendo muy jovencita y luego me puse a trabajar con amigos de mis padres, pero también muchos amigos míos: de la noche, diseñadores, decoradores, gente del mundo gay... Creo que mis padres no tienen absolutamente nada que ver con esto", explica. "Mi trabajo me lo he hecho yo. Una persona llama a un cátering porque cocinas bien, no porque sean amigos de tus padres".

El centrifugador de lechugas

Uno de los capítulos del libro habla de lo importante que es tener una vida organizada y, por extensión, una cocina ordenada. Pero además de repasar cómo hay que hacer la compra o qué productos son imprescindibles en una despensa, detalla que "la lechuga es un mundo en sí" y que a ella, nada más llegar a casa, le gusta cortarla, lavarla, secarla y envasarla en bolsas herméticas.

"El centrifugador de lechugas me parece un utensilio esencial en toda cocina", dice. "En cualquier caso, si no deseas complicarte haciendo todo este proceso, siempre puedescomprar las que vienen ya cortadas y envasadas. Hay marcas muy buenas y saludables en el mercado".