Sociedad

Los difíciles años del rey Juan Carlos I

Los escándalos que han hecho temblar a la Monarquía

La infanta Cristina, Iñaki Urdangarin y el rey(EFE)

El rey Juan Carlos abdica para salvar a la Monarquía española de la crisis institucional que atraviesa. Los últimos años de reinado de don Juan Carlos han estado marcados por dos sucesos que han hecho una mella difícil de reparar: el escándalo de Iñaki Urdangarin y la cacería en Botsuana.

Si hasta los primeros años del nuevo siglo XXI, la Monarquía española, con la figura del rey don Juan Carlos como máximo símbolo, había mantenido una popularidad envidiable y un altísimo nivel de aceptación entre los españoles, la buena imagen de la Casa Real sufrió un enorme varapalo a finales de 2011 del que no ha podido recuperarse.

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Para entonces, don Juan Carlos ya había tenido que lidiar con la quema de sus fotografías a manos de grupos radicales, con el descontento de Marruecos por su visita a Ceuta y Melilla -la primera en su reinado-, y con su agrio enfrentamiento con el todavía presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la XVII Cumbre Iberoamericana de Chile, del que se recuerda aquel célebre "¿por qué no te callas?". En el plano familiar, el rey también tuvo que aceptar que el matrimonio de los duques de Lugo estaba acabado, y la Corona anunció la separación de la infanta Elena y don Jaime de Marichalar. Sin embargo, fue en noviembre de 2011 que la Casa Real sufrió el episodio que más quebraderos de cabeza ha provocado en Zarzuela, el martirio real.

De la investigación del 'caso Palma Arena', que afectaba al Govern de Baleares presidido por el popular Jaume Matas, y que investigaba numerosos casos de corrupción en las islas, nace una nueva pieza que estudia las irregularidades entorno al Instituto Nóos, fundado por el marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin. Los cimientos de la Casa Real comienzan a temblar a la vez que aumentan los rumores entorno al papel de Urdangarin. En noviembre de 2011, se abren las puertas de par en par al escándalo: la Fiscalía Anticorrupción de Baleares investiga al Duque de Palma y a Diego Torres, su exsocio en Nóos por supuestos delitos de malversación de caudales públicos, fraude a la Administración, prevaricación y falsedad documental. A partir de ahí, la especulación: ¿Hasta dónde sabía el rey? ¿Casa Real conocía los presuntamente ilícitos tejemanejes de Iñaki Urdangarin? ¿Era este el motivo por el que los duques de Palma se habían marchado a vivir dos años antes del estallido del escándalo a Washington? ¿Y cuál era el papel de la Infanta Cristina en aquel escándalo?

Las posteriores investigaciones y datos arrojados, las imputaciones y declaraciones ante el juez de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, las informaciones que señalan que don Juan Carlos conocía lo que ocurría y los movimientos desde Casa Real abren una profunda herida en la imagen institucional de la Monarquía Española. Da igual que la Casa del Rey aparte al duque de Palma de las actividades oficiales por su "conducta no ejemplar". El daño es enorme y, a priori, parece irreparable.

Paralelamente, la salud del rey don Juan Carlos tampoco ha pasado por su mejor momento. En catorce ocasiones ha pasado por quirófanos, si bien en los tres últimos años ha condensado el grueso de las intervenciones. El primer susto llegó en 2010, cuando a don Juan Carlos le extirparon un nódulo del pulmón, pero los posteriores estudios descartaron la presencia de células malignas.

Un año más tarde le fue practicada una artoplasia para colocar una prótesis en su rodilla derecha. Las especulaciones de los medios de comunicación acerca de los motivos de la operación enfadaron al rey, el cual, días antes de la cirugía, en un encuentro con periodistas en Zarzuela, les dijo que "lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días". Tres meses más tarde, don Juan Carlos volvía a ser ingresado por una rotura del tendón de Aquiles.

Sin embargo, la intervención que más disgustos le ha traído, por polémica y por las numerosas vueltas a los quirófanos, fue aquella operación de cadera a la que se sometió en la clínica San José de Madrid en 2012. La población española recibió entre atónita y enfurecida la noticia de que don Juan Carlos se había roto la cadera en una caída fortuita mientras participaba en una cacería de elefantes en Botsuana. Tras la reconstrucción e implantación de una prótesis, don Juan Carlos abandonó la clínica, no sin antes pasar por los micrófonos de los periodistas que aguardaban al monarca, ante los que pidió perdón a España y aseguró que no volvería a ocurrir. Doce días más tarde, el rey regresaba al hospital para solucionar los problemas derivados de aquella prótesis, que le había provocado una luxación. En noviembre, era la otra cadera la que requería la implantación de una prótesis, la cual también necesitó una segunda visita al hospital en febrero de 2013 por una luxación. En marzo volvió a los quirófanos de la clínica madrileña La Milagrosa, en la que le fueron extirpados dos segmentos herniados de disco, y en septiembre la fue implantada una prótesis definitiva en la cadera, su última operación hasta la fecha.

 
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