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Canarias se une a la vanguardia de la ayuda humanitaria urgente

Las Palmas de Gran Canaria se convierte en una de las seis sedes del Programa Mundial de Alimentos que permitirá llevar ayuda urgente a zonas de catástrofe

Vista aérea de una ciudad costera devastada por el súper tifón Haiyan en la provincia de Samar en el centro de Filipinas. Haiyan arrasó el centro de Filipinas y mató a unas 10.000 personas.(Reuters)

Vista aérea de una ciudad costera devastada por el súper tifón Haiyan en la provincia de Samar en el centro de Filipinas. Haiyan arrasó el centro de Filipinas y mató a unas 10.000 personas.

La nueva sede logística del Programa Mundial de Alimentos, la agencia líder de Naciones Unidas en lucha contra el hambre, se une a las cinco ya existentes en Italia, Ghana, Panamá, Dubai y Malasia que permiten dar una respuesta humanitaria urgente y eficaz en caso de catástrofes repentinas.

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Imagínese una emergencia humanitaria. Puede ser un nuevo terremoto como el de Haití, otro tsunami similar al de Indonesia o un tifón como el ocurrido en Filipinas. Ante una situación así, la llegada de la ayuda de forma rápida y ordenada es vital. En las primeras horas, una vez el gobierno del país afectado pide ayuda, una de las acciones fundamentales es localizar las raciones alimentarias de emergencia más cercanas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA), la agencia líder de Naciones Unidas en lucha contra el hambre, tiene seis depósitos de respuesta humanitaria y uno de ellos está ahora en Canarias.

Así que volvamos a esos momentos iniciales en una hipotética catástrofe repentina y preguntemos a un experto. "En un caso así, los primeros que se movilizan son el depósito de respuesta, activamos nuestras alertas y nos ponemos en contacto con nuestros socios que disponen qué material de emergencia va a ir en un vuelo organizado por otro de los departamentos del PMA. En función de las necesidades del terreno, priorizamos y el depósito de respuesta más cercano se encarga del stock que sea necesarios para esa situación". El que habla es Pablo Yuste, un palentino que se dedicaba a temas de comercio exterior, logística internacional y transporte hasta que hace 11 años, harto de sentir que "las horas extra que echaba de más no eran para el objetivo correcto", hizo su primer viaje humanitario a Irak. Ahora es el director de la nueva sede logística del PMA en Las Palmas de Gran Canaria y nunca ha vuelto a sentir que esas horas de más las está 'malregalando'.

Yuste defiende la eficacia de este nuevo centro que se une a los cinco ya existentes en Italia, Ghana, Panamá, Dubai y Malasia, creado para llegar a cualquier punto del globo en menos de 48 horas. "Esta sede ha cambiado la logística que ahora es bastante más rápida y más efectiva y eso supone vidas. Cada euro que ahorramos tiene un impacto porque podemos llevar más comida; en eso Las Palmas ha demostrado ser muy efectiva". Y es que este centro no es solo un depósito de material de socorro inmediato, su otra pata fundamental es el movimiento de esa comida con unas instalaciones de tránsito de grano. Ya que el PMA no actúa solo en caso de emergencias repentinas sino que se mantienen sobre el terreno con diversos programas que utilizan alimentos como medio para crear bienes o para difundir conocimientos.

Uno de los lugares donde se mantienen es el que dibuja uno de los recuerdos más terribles de Yuste: Haití, el país más pobre de América, cuyo terremoto de 2010 mató a más de 200.000 personas e hirió a otras 300.000, convirtiéndose en uno de los momentos más críticos de la comunidad humanitaria. "Era imposible que pudiéramos estar preparados para algo así", sostiene Yuste antes de asegurar que no quiere centrarse solo en Haití precisamente por el efecto mediático de aquella catástrofe. "Te queda la misma sensación cuando ves que hay 20.000 niños que mueren al día en el Sahel, que no mueren de golpe, en el mismo sitio y a la misma hora pero están muriendo igual", reflexiona.

Para evitar esto trabajan en el PMA, una agencia que alimenta a 90 millones de personas en 70 países con una movilización de cuatro millones de toneladas al año. No en vano y según sus datos, el número de personas viviendo con hambre crónica se ha reducido 130 millones durante los últimos 20 años. Además, la prevalencia de la desnutrición cayó de 23,2% al 14.9% para los países en vía de desarrollo durante el periodo de 1990-2010. Sin embargo aún les queda trabajo. "Uno no se acuerda del que ayuda sino del que no pudo ayudar", sentencia Yuste. Gracias a esta nueva sede que abarcará una de las zonas más castigadas por el hambre serán muchos menos aquellos que tendrá que recordar.

 
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