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21 millones de personas son víctimas del trabajo forzoso

Según los datos de la Organización Internacional del Trabajo, esta lacra genera 150.000 millones de dólares al año, la mayoría por explotación sexual

La Organización Internacional del Trabajo ha presentado este martes sus estimaciones sobre el alcance del trabajo forzoso en el mundo y los beneficios que genera a los que se aprovechan de esta lacra. Según el informe, 21 millones de personas son víctimas del trabajo forzoso, y su sufrimiento genera beneficios para los que les explotan de 150.000 millones de dólares al año. Especialmente notable es lo que sucede con la explotación sexual: sus víctimas -la inmensa mayoría, mujeres- son 4.500.000, un 22% del total de trabajadores forzosos, pero generan el 66% del beneficio total que se llevan los explotadores

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El informe, "Ganancias y pobreza: Aspectos económico del trabajo forzoso", se apoya en una nueva metodología desarrollada por la OIT para hacer una estimación global del número de afectados y el beneficio que generan a sus explotadores las víctimas del trabajo forzoso (el que se hace de forma involuntaria como resultado del uso de la fuerza, amenazas o engaño). Los datos muestran que, de los 21 millones de trabajadores forzosos que se calcula que hay en el mundo, 2,2 millones (un 10%) lo son por los Estados (una explotación que se lleva a cabo, por ejemplo, en las prisiones, o por parte de unidades militares o paramilitares); 14,2 millones (un 68%) están explotados laboralmente, y 4,5 millones (un 22%) son víctimas de la explotación sexual.

Pero en el análisis de los beneficios que genera el trabajo forzoso para los que se aprovechan de él, se constata que la explotación sexual es la fórmula más lucrativa: de los 150.000 millones de dólares anuales que genera el trabajo forzoso, el 66% (99.000 millones) se obtienen de la explotación sexual. Dice la OIT que esto se debe a "la demanda que hay de estos servicios y los precios que los clientes están dispuestos a pagar, y por las bajas inversiones y bajos costes operativos asociados con esta actividad". Los explotadores obtienen una ganancia anual por víctima de 21.800 dólares, "seis veces superior que el resto de fórmulas de trabajo forzoso".

Las ganancias obtenidas por la explotación sexual

En su análisis, la OIT señala que en el caso de la explotación sexual "además de la coerción, amenazas y violencia infligidas a las víctimas [...], es frecuente que la víctima no reciba pago del cliente, que debe entregar el dinero directamente al proxeneta o al propietario del burdel". "La víctima ignora la cantidad que el cliente ha pagado", continúa el texto, que destaca que en este tipo de trabajo forzoso, sobre todo cuando las víctimas son migrantes, "toda una cadena de traficantes y explotadores obtiene beneficios: el que recluta [a la víctima], que impone un primer pago elevado; las personas que se ocupan del viaje y del transporte, que se aseguran de que la víctima llega al lugar en el que va a ser explotada; los agentes de la autoridad corruptos, que cobran para cerrar los ojos ante casos obvios de migración o explotación ilegal; los propietarios de apartamentos o casas; las compañías que se ocupan de los anuncios y, por supuesto, el propietario del burdel o el gestor de las redes de prostitución".

Por zonas geográficas, el texto de la OIT señala que "los beneficios obtenidos por la explotación sexual son más elevados en Asia, por el gran número de víctimas, pero los beneficios anuales por víctima son más elevados en las Economías Avanzadas y la Unión Europea (80.000 dólares al año) y en Oriente Próximo (55.000 dólares al año), por el elevado precio medio de las relaciones sexuales".

Otras formas de explotación

En el campo de la explotación laboral, la OIT distingue entre el trabajo forzoso doméstico (que alcanzaría a 3,4 millones de personas, es decir, un 6,5% del total mundial de empleados de hogar están en condiciones de trabajo forzoso), trabajo en la agricultura, pesca y silvicultura (donde habría 3,53 millones de personas explotadas forzosamente) y trabajo forzoso en otras actividades (como la industria, la minería o la construcción, donde 7,17 millones de personas serían víctimas de trabajo forzoso).

Por zonas geográficas, la OIT estima que es en la región de Asia-Pacífico donde se concentran la mayoría de los trabajadores forzosos (el 56% del total). En todo caso, en las Economías Avanzadas y la Unión Europea 1,5 millones de personas estarían en condiciones de trabajo forzoso, algo más de un 7% del total mundial.

Factores de riesgo

El texto señala que algunos factores socioeconómicos hacen a algunas personas más vulnerables al trabajo forzoso: dicen, en primer lugar, que "las víctimas del trabajo forzoso por lo general son trabajadores poco o no cualificados", y que hay una clara correlación entre "la vulnerabilidad de los hogares a las pérdidas imprevistas de ingresos y la probabilidad de caer en trabajo forzoso", es decir, que la pobreza es un factor de riesgo claro. Un nivel bajo de educación también es un factor importante. En cuanto al género, las estimaciones de la OIT indican que un 55% de las víctimas del trabajo forzoso son mujeres y niñas, aunque en el caso de explotación sexual y trabajo doméstico son la gran mayoría, mientras que "en otras actividades económicas los hombres y los niños tienden a estar desproporcionadamente representados". Por último, ser migrante aumenta el riesgo de caer en trabajo forzoso: "Según las estimaciones mundiales de la OIT, el 44% de todas las víctimas migraron dentro o fuera de las fronteras antes de ser sometidas al trabajo forzoso".

El informe de la OIT pide adoptar "medidas concretas e inmediatas" para producir "un cambio significativo en la vida" de los 21 millones de víctimas del trabajo forzoso. Entre sus recomendaciones, incluyen fortalecer la legislación y reforzar la inspección en los sectores donde existe más riesgo de trabajo forzoso, implementar sistemas rápidos de atención a las víctimas y castigar de inmediato y con condenas penales a los explotadores. También piden abordar las causas económicas y actuar preventivamente sobre los factores de riesgo: la protección social -dicen- puede prevenir la vulnerabilidad de los hogares a la pérdida de ingresos o a la servidumbre por deudas, y medidas para combatir la discriminación por género pueden contribuir a evitar la explotación.

 
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