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ENTREVISTA

José Sacristán: "Somos una sociedad que genera esta clase política. Estos políticos volverán a ser elegidos"

José Sacristán forma parte del reparto de la nueva serie de Antena 3, 'Velvet'. En esta entrevista, habla de su personaje, del proyecto y de una particular forma de entender el oficio y la vida

Se encoleriza al hablar de la actualidad política, de la que está bien informado. En el lujoso salón Real del Hotel Ritz de Madrid, José Sacristán lamenta, con su grave y potentísima voz, la falta de reacción de la izquierda española y europea frente a los desmanes de élites poderosas. Algún taco se le cuela también entre sus exclamaciones. Pero en el caso de José Sacristán no se trata de palabras mal sonantes, sino de términos castellanos que expresan en su justa medida lo que él quiere decir.

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"No me hagas hablar de política...", susurra recordando la razón por la que se encuentra en este ostentoso hotel. En él, Antena 3 y la productora Bambú presentan su nueva serie, 'Velvet', en la que José interpreta a don Emilio, un veterano jefe de dependientes de esas pomposas galerías de alta costura de los años 50. Tiene mérito Bambú de conseguir que este actor de 76 años y enamorado del cine vuelva a hacer televisión. El mérito basado en el ofrecimiento de un personaje que satisface a Sacristán y en la perseverancia, pues, por distintas circunstancias, el actor rechazó algunos proyectos en años anteriores.

Desde 1997, en 'Este es mi barrio', no formaba parte del reparto de una serie de televisión José Sacristán. En 2002 protagonizó un capítulo de la serie 'Desenlace'. En 2010, apareció brevemente en un episodio de '¿Qué fue de Jorge Sanz'. Estos han sido sus coqueteos con la pequeña pantalla en los últimos 20 años.

Sentado en la mesa, apartado del ruido de periodistas y de la luz cegadora de flashes y focos, José Sacristán come de un bocado una pequeña croqueta que el camarero del catering le ha ofrecido. Manifiesta una vitalidad y una fortaleza envidiable. No es distante, pero sí algo áspero. Aspereza que se difumina conforme las preguntas de la entrevista se alejan de lo típico, de lo que ya le han preguntado cincuenta veces en ese día.

José no es gran conversador de temas triviales. Las promociones de cualquier serie o película lo son. Cuando se le pone sobre la mesa la posibilidad de charlar de otros asuntos, él recoge la propuesta gustoso, más pensativo, más abierto y más temperamental. Luego recuerda que eso es una entrevista, que está en el Ritz y que siempre es mejor hablar del trabajo que lamentarse de unos políticos y una sociedad que, con toda certeza, no encontrarán la solución en esa mesa ni en esa charla.

Siempre has dicho que, desde pequeño, querías ser actor de cine. En tu trayectoria es lo que más has hecho, aunque de todo ha habido. ¿Qué debe tener una producción televisiva para que José Sacristán quiera unirse al proyecto?

Lo mismo que puede tener una película o una obra de teatro: un personaje y una historia que me gusten. De un tiempo a esta parte, me puedo permitir el lujo de elegir... o por lo menos de rechazar. Una historia que me guste y unos compañeros de viaje con los que me sienta bien, y en este caso he sido desbordado.

Don Emilio [su personaje] tiene en la historia de la serie el lugar que le corresponde, ni más ni menos. Lo que me gusta es que tiene unos principios morales con los que yo comulgo y una forma de entender la vida y sus relaciones de trabajo que también me gustan.

Y lo que es la hostia, te lo digo, es ir cada día a esos decorados. Con Berlanga lo hablaba mucho: los grandes estudios de cine ya han desaparecido. Y esto de la televisión es un mundo de fantasía.

Todo lo que ocurre después de 60 años en esto, con esta gente joven tan guapa y con tanto talento, es un regalo de la hostia y una suerte del copón.

Se te ve agradecido. ¿Miedo has llegado tener a alguna vez por el hecho de volver a la televisión, con esas nuevas técnicas, ese ritmo endiablado... o cuando se tiene tanta experiencia uno confía plenamente en sí mismo?

Miedo ninguno, al contrario. Me tiene fascinado lo del croma. En cuanto termino de rodar, me voy a la cámara con Jacobo [Martínez]; porque es apasionante ahora la relación que uno establece con el aparato que le retrata. Apasionante.

¿Te gusta también estar en el proceso de filmación y dirección de la serie?

Si, hombre. Mal que bien, he dirigido tres películas y he escrito guiones. A mí el cine me sigue dando más satisfacciones como espectador que como profesional. Me vuelve loco.

Me decía Ramón que tu personaje, don Emilio, no estaba concebido inicialmente como es ahora y que fueron tus indicaciones lo que les hizo replantearse esa concepción. ¿Cómo era tu Emilio inicial?

El Emilio primero era un hombre más resignado. Su idea del deber cumplido con el trabajo asomaba un punto de servidumbre y resignación que a mí no me gustaba. Aceptaba y consideraba ciertas cuestiones que no me parecía.

Yo creía que don Emilio debía tener más carácter, más entidad y misterio. Un cierto misterio.

¿Por qué, pese a tu madurez, sigues albergando ese punto de no resignación?

Procuro ser un hombre de mi tiempo, estar al loro y no mirar para otro lado. Bien es verdad, que con los años hay muchas cosas por las que ya no me levanto, que se levanten los más jóvenes; pero lo llevo dentro.

Tengo la suerte, además, de que casi siempre [en mi carrera] ha ido de la mano la cosa de actor y de ciudadano. No sabría ser de otra manera.

¿Cuánto ha cambiado la televisión desde que en los 90, por ejemplo, protagonizaste 'Este es mi barrio' o '¿Quién da la vez?'?

Técnicamente, ahora todo es distinto. Yo tuve la suerte de que esas dos series eran unas producciones de Vicente Escrivá que eran impecables, tenían todo lo que debían de tener.

Ocurre que ahora, con 'Velvet', todo se desborda. En sí mismo, la propuesta es de una espectacularidad enorme, empezando por el decorado. Pero en esencia, la historia, los guiones, los actores... es lo mismo. Yo recuerdo con mucho cariño esas dos series.

Lo anterior que hice a esas dos, 'Gatos en el tejado' (1988), era otro mundo. Era un capítulo por mes y rodábamos en súper 16. Eran otros tiempos. Hoy sería impensable desde el punto de vista económico. ¡Y un capítulo por mes!

Por ejemplo, en esos años, el Quijote que hizo TVE con Alfredo Landa manejaba presupuestos superiores a los que ahora maneja cualquier serie...

Imposible. O 'Fortunata y Jacinta', 'La forja de un rebelde', 'Los gozos y las sombras', 'Juncal'... Hoy sería totalmente inviable.

Sería inviable, también, porque ahora no quieren series que, como en el caso de esas, los capítulos duren menos de una hora. ¿Lo de hacer capítulos de 70 minutos es una de las razones por las que muchas veces se nos hace pasada una serie?

Es posible. No te sé decir. A mí hay mi hay 70 minutos que se me hacen infumables y 70 minutos que se me pasan volando. No soy un buen espectador de televisión.

En teatro, guste o no la obra, se representa entera. En cine, vaya bien o no la película en taquilla, se puede ver completa y acabada. ¿Una de las frustraciones para un actor cuando hace televisión es que la serie te la corten a los 3 capítulos y su trabajo quede incompleto, sin que nadie lo llegue a ver?

[Piensa] Sí, que te la corten es una amputación [bromea]. Se puede aplicar a las series y al bajo vientre.

Cuando los muchachos y muchachas jóvenes que transitan, fundamentalmente, por la tele sí que me atrevo a señalarles "¡Cuidado!". Es un medio que en sí mismo tiene tal poder de convocatoria que si eso se vuelve contra ti... Es algo que no manejas.

El peor de los programas a la peor de las horas, te convocan a un número de personas que no tienen 10 películas en 10 años. Cuidado con eso porque puede proporcionar grandes satisfacciones, pero también auténticos desastres. Allá cada uno como se maneje con el medio.

En estas semanas has estado en el Teatro del Barrio, un espacio escénico en el que, como dice su impulsor Alberto Sanjuán, es imposible desligar sociedad, política y cultura. Lo vemos, parecido, cada año en el cine con la gala de los Goya. ¿Por qué en las producciones de televisión aparece menos ese componente político? ¿Qué opinas tú de la presencia política en este ámbito cultural?

Allá cada uno. Hagas lo que hagas, hazlo bien. Creo que empresas de esta naturaleza como una cadena de televisión, orientadas a un auditorio tan variopinto, deben respetar las mínimas reglas de juego de la calidad el guion, de la producción y que el mensaje no traicione ciertos principios.

Tratar de trasladar el principio del Teatro del Barrio a una cadena de televisión es, sencillamente, suicida.

Como persona, ¿en qué cree José Sacristán?

Creo en el ser humano. Por lo menos en algunos. Creo que hay una forma de inteligencia que suele apuntar a la bondad. He conocido gente muy lista que son unos hijos de puta, pero sí he conocido a uno mejor que era más inteligente.

Hay una forma de inteligencia que apunta a la bondad... y luego hay cosas miserables. Creo que, a pesar de que la necedad es homicida -que decía Albert Camille-, hay gente en la que vale la pena confiar y creer y con la que vale la pena estar.

¿Tienes la sensación de que esta sociedad premia a ese hijo puta?

Esto viene ocurriendo desde tiempo inmemorial. [Pausa] Ojalá fuera esto un mal de este tiempo.

¿Sigues teniendo parte de animal político o ya has acabado escamado de todo lo que rodea a la política de nuestro tiempo?

Animal político, propiamente dicho, nunca he sido. Político he sido y políticos somos todos y ejercemos. De hecho, la que nos está cayendo es porque somos una sociedad que genera esta clase política. No nos equivoquemos. Estos políticos van a volver a ser elegidos.

Mira Italia... ¡Mira dónde coño está la izquierda europea! ¡Es que manda huevos! Manda huevos dónde está la izquierda en Europa. Sólo faltaba lo de Italia, después de lo de Hollande y después de lo que está pasando aquí con el PSOE...

Y la avanzada de la extrema derecha en Francia es la hostia, los suizos acaban de decir que los inmigrantes a mamarla... Lo de Italia es el colmo.

No me hagas hablar de política...

Volviendo, entonces, a 'Velvet'... ¿Cómo te sientes en ese papel que es el de dar lustre a la serie, el de que tu presencia, además de garantizar un buen trabajo, le da más nombre a la producción? ¿Una responsabilidad? ¿O una tontería de pregunta?

Uno tiene una trayectoria, un currículo, un pedigrí... lo que quieras. Y que todo eso, al margen de lo bueno o lo malo que pueda hacer en esta serie yo, la incorporación de un nombre como el mío o el de Aitana es un refuerzo. No sé si es lustre la palabra.

Tanto Aitana como yo, nos enfrentamos a esto como un trabajo más. Es lo más sensato. Y estamos encantados de compartir y de estar con el resto de la gente.

Lo más aburrido de este oficio es cuando llegas a un punto en el que crees que ya lo has hecho todo, que ya lo sabes todo y que estás para dar lustre. Ahí ya la has cagado. Lo importante de este oficio es el juego diario.

Delante de una cámara o sobre un escenario, yo echo mano siempre del crío que fui. Si el personaje merece la pena o no, es un salto al vacío. Que se crean que soy quien no soy. Lo del lustre y todo lo demás... [Hace un gesto para restarle importancia]

  • <a name="despiece1"></a><b>Así es su personaje en 'Velvet'</b>
 
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