La poción mágica de Rafa Nadal
Al mallorquín, ocho veces ganador de Roland Garros, le chiflan las aceitunas
Popeye necesitaba una ración de espinacas para defender a su amada Olivia, las tortugas ninja se pegaban grandes atracones de pizza antes de salvar el mundo y Robert Prosinecki apuraba un pitillo para saltar al terreno de juego con confianza. Cada superhéroe tiene su vicio y Rafa Nadal, ocho veces campeón de Roland Garros, es adicto a las aceitunas.
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El tenista mallorquín cuenta en su biografía que una de las cosas que más le gusta de andar viajando por el mundo es poder acercarse a los supermercados. Pero además de comparar precios, Rafa compra cosas de las que posteriormente abusa: "la Nutella, las patatas fritas o las aceitunas". Algo que desmonta en cierto modo esa idea de que los deportistas de élite tienen una dieta estricta.
Pero su perdición son las aceitunas. Obélix se cayó en una marmita de niño y desde entonces tuvo prohibida la poción y hubo que contentarse con jabalís a la brasa. Rafa Nadal, no. "Mi madre me recuerda a menudo un día, en que, siendo pequeño me escondí en la despensa y devoré un frasco de aceitunas, tantas que vomité y estuve enfermo varios días" relata Nadal en su biografía. Sin embargo, al igual que le ocurre con la victoria, esa desventura no sació al pequeño Nadal: "esa experiencia podría haber cambiado mi actitud hacía las aceitunas, pero no lo consiguió, ni lo conseguirá".
La aceituna goza de cierta mala prensa porque corre el rumor de que engorda mucho, pero no es así. "En torno a 100 gramos de aceitunas aportan unas 125 ó 150 kilocalorías, su equivalente en ganchitos o patatas fritas aportan 500 ó 600" defiende Carmen Gómez, jefa del servicio de nutrición del Hospital Universitario de La Paz, que además afirma que se trata de un "fruto especial" por ser el único, junto al aguacate, que contiene grasa.
Quizás Nadal no lo sepa, pero puede que las aceitunas sean en parte culpables de su prodigiosa capacidad de recuperación. "Suelen prepararse en salmuera, lo que convierte a las aceitunas en una fuente interesante de sal, muy apropiadas para los deportistas", argumenta Gómez, que recuerda que al practicar deporte se pierden muchas sales minerales. Ahora se nos viene a la cabeza esas dos botellas que Nadal siempre tiene perfectamente ordenadas delante de su silla, la de agua y la otra, esa de colores vivos, que suele ser un mejunje de polvos y agua rico en sales.
La obsesión de Rafa por las olivas le lleva a afirmar que "no es feliz en un lugar donde no es fácil encontrarlas". No parece arriesgado aventurarse a afirmar que en París las tiene en el minibar del hotel o en la primera tienda a la vuelta de la esquina. Este domingo se convirtió en el primer tenista de la historia en ganar ocho veces un mismo torneo del Grand Slam. Bueno, él y las miles de aceitunas que se ha comido.
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