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Expectación y preocupación ante los resultados electorales en Egipto

Anoche terminó la primera vuelta sin que ningún candidato haya conseguido más del 50% de los votos

A la espera de resultados oficiales, los 'Hermanos Musulmanes' dicen que su candidato pasará a la segunda vuelta, a mediados de junio, junto con el preferido por los militares.

Inquietos, los egipcios hicieron sonar las bocinas de sus coches al cerrarse los 13.000 colegios electorales de todo el país para mostrar su satisfacción por dos jornadas marcadas por el civismo y la normalidad. Durante las horas siguientes, el ambiente comenzó a tensarse ante las inevitables quinielas que dependiendo del barrio de la capital al que se acudiera, o, por supuesto a los cuarteles generales de los candidatos, la previsión variaba.

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Junto al Ministerio del Interior, en la calle Mansur, miembros del Partido Justicia y Libertad se mezclaban con líderes de los Hermanos Musulmanes que satisfechos repartieron una primera lista de resultados algo confusa y basada sólo en el escrutinio de 236 colegios. Felicitaron a los ciudadanos que ejercieron su derecho al voto sin que se produjeran incidentes graves y se mostraron confiados en que su candidato, Mohamed Morsi, pasará a la segunda vuelta que se celebrará los días 16 y 17 de junio.

Durante las últimas horas de la votación, los dos candidatos del antiguo régimen: Ahmed Shafik y Amr Moussa se enzarzaban en una pelea a través de las redes sociales en la que se desacreditaban y difundían rumores sobre el supuesto abandono de la carrera electoral del segundo.

La Comisión Electoral sólo ha lanzado la cifra provisional de participación de un 50%, sin especificar en cuáles de las 27 provincias la afluencia ha sido mayor. Tampoco ha confirmado el número de incidencias e irregularidades que desde organizaciones independientes egipcias aseguran que superan los 2.000 casos.

Los resultados definitivos no se conocerán hasta el 29 de mayo pero el portavoz de la campaña de Morsi explicó anoche que sus previsiones son que obtengan alrededor del 30% de los votos, situándose en primer lugar, y que podría competir en una segunda vuelta con Ahmed Shafik.

Entre los primeros recuentos, los analistas egipcios auguran que el gran perdedor podría ser Amr Moussa, el ex jefe de la diplomacia de Hosni Mubarak, y que el nasserista Hamdim Sabahi podría sorprender porque está obteniendo muy buenos resultados en lugares con una fuerte ideología islamista como partes de Alejandría y en Suez o Ismaeliya, ciudades importantes del Canal de Suez, donde no se creía que su popularidad fuera alta. La web del periódico oficial AL Ahram está informando de que Sabahi habría resultado vencedor en 10 provincias con más de dos millones cien mil votos.

Si se confirma que Morsi ha sido el candidato más votado, el ex hermano musulmán Abul Futuh no habría conseguido el apoyo de los salafistas (cuyo candidato, Abu Ismail no fue autorizado a presentarse a las elecciones) y su moderación y apertura "islamista" no habría convencido a los indecisos.

El panorama está abierto y muy reñido. Éstas históricas elecciones no sólo son decisivas sino que los ciudadanos están demostrando que comienzan a adquirir una conciencia democrática que comenzaron a aprender hace 15 meses. La desilusión, la angustia por el futuro inmediato, pero al mismo tiempo la satisfacción y sensación de que están decidiendo su futuro, se mezcla en estos momentos en la cabeza de los egipcios. Es difícil mantenerse al margen, no manifestar las inquietudes que estar a flor de piel, y eso se percibe en el que hoy vende periódicos sin poder apartar la vista de los titulares, en los taxistas preocupados por el enfrentamiento final entre un candidato fulul (remanente del antiguo régimen) y un islamista, y entre los que están convencidos de que los pasos que dé el futuro presidente enterrarán la Revolución del 25 de enero o le darán el giro que necesita para que se siga produciendo el cambio.

Los egipcios trabajan de nuevo su conocida paciencia, esa actitud que durante los últimos meses han tenido que ejercitar para calmar la disparada adrenalina que supuso derrocar al rais Hosni Mubarak; son muy conscientes de que necesitan tiempo, que es un factor fundamental para lograr sus objetivos.

 
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