Francia se prepara para otra jornada de huelgas y movilizaciones
Sindicatos y estudiantes mantienen su objetivo: la derogación de la ley que promulga el Contrato de Primer Empleo
París
Francia se apresta a vivir mañana la quinta jornada de movilización contra el Contrato de Primer Empleo (CPE), casi calcada de la de hace una semana, si no fuera por el ambiente enrarecido que se vive en el Gobierno de Dominique de Villepin tras la decisión del presidente, Jacques Chirac, de promulgar la ley por la que entre en vigor este tipo de contrato pero suspenderla en la práctica.
El CPE que quería Villepin establecía el despido libre y sin justificación en los 24 primeros meses de contrato para los menores de 26 años. Tras el discurso de Chirac del pasado viernes, este plazo se reduce a un año y cualquier despido precisará de justificación.
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Además, el ministro del Interior y líder del partido mayoritario, Nicolás Sarkozy —gran rival de Villepin en su propia formación—, ha tomado las riendas en la salida de la crisis. Un portavoz de su grupo ha asegurado que la negociación sobre la nueva ley que modificará el contrato para jóvenes será sin condiciones y sin tabúes.
"El contrato está muerto"
Villepin quiere sin embargo dar la sensación de que su opinión contará para que no tenga lugar lo que algunas voces tan acreditadas como la del ex primer ministro Edouard Baladour anuncian: que "el contrato está muerto" porque se ha promulgado pero "no se aplica en la práctica" y porque "se ha decidido modificarlo profundamente", con lo cual no será el mismo que en la actualidad.
Pese a esta constatación, los sindicatos y las organizaciones de estudiantes no bajan la guardia y mantienen como objetivo derogar la ley. Para ello esperan movilizar a más gente en la calle y se han presentado más preavisos de huelga en el sector privado.
Los paros afectarán parcialmente a los transportes urbanos, ferrocarriles, aeropuertos, correos, educación y administración pública, pero también a refinerías y siderúrgicas. La respuesta será masiva, a juicio de los sondeos: siete de cada diez franceses estiman que la intervención de Chirac va a radicalizar el conflicto.