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Blair supera el récord de permanencia de los laboristas en el poder

El "premier" supera la marca de Atlee cuando atraviesa su peor momento desde la llegada a Downing Street

El Gobierno del primer ministro británico, Tony Blair, se convierte este sábado en la Administración laborista más larga de la historia, justo el momento en que atraviesa una profunda crisis.

Blair superará el récord vigente, registrado por Clement Attlee, primer ministro desde el 26 de julio de 1945 hasta el 26 de octubre de 1951, desde una lujosa villa en las islas Barbados -propiedad de su amigo, el cantante Cliff Richard- donde pasa las vacaciones con su familia.

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La muerte en aparente suicidio del científico del ministerio de Defensa David Kelly, fuente de la BBC en una información sobre Irak que acusaba al Gobierno de exagerar datos para justificar la guerra, ensombrece lo que, en otras circunstancias, hubiera sido aprovechado por el partido para lanzar cohetes.

La pesquisa del juez James Hutton, que ayer anunció que llamará a declarar al propio primer ministro, amenaza no sólo la credibilidad del Gobierno, sino también su futuro. Blair dijo este miércoles, en su última rueda de prensa antes del receso estival, que los logros de su Gobierno "son comparables a los de cualquier otro Gobierno, Laborista o Conservador, en el pasado". Pero cuando se comparó con Clement Attlee, reverenciado por el ala izquierdista del laborismo, muchos se sintieron ofendidos.

PROS Y CONTRAS

Lo cierto es que Blair ha dado mucho a los laboristas, aunque tal vez menos de lo que algunos sienten que les ha arrebatado. Su triunfo en las elecciones de 1997, tras una carrera meteórica dentro de la formación que comenzó cuando, con 30 años, fue elegido diputado, acabó de un plumazo con dieciocho años de amarga

oposición.

"Ni a la derecha ni a la izquierda", sino por la Tercera Vía, el nuevo primer ministro pretendió transformar el Partido Laborista en una opción elegible, atractiva y consecuente con su entorno, lo que, según el credo inventado por Anthony Giddens ("La Tercera Vía", 1998), conlleva la privatización de los servicios públicos y la promoción del capital. Muchos militantes sienten, y así lo expresan, que los auténticos valores del laborismo han sido archivados sin pedir permiso.

LOGROS ECONÓMICOS

El veterano político Tony Benn, ex ministro de varios Gobiernos laboristas, aseguró ayer que el problema de Blair es que hace las cosas "sin contar con su partido". Entre sus éxitos, con la ayuda del ministro de Economía (que en el Reino Unido tiene casi tanto poder como el "premier"), Gordon Brown, Blair cuenta el haber cedido independencia al Banco de Inglaterra, con lo que los tipos de interés y la inflación están más bajos que nunca y ha disminuido el desempleo. También ha introducido un salario mínimo y, pese a reticencias iniciales, ha aumentado la inversión en servicios públicos.

En 1998 consiguió que se firmara en Irlanda del Norte el Acuerdo de Paz de Viernes Santo, aunque ahora las instituciones autónomas estén suspendidas, desde el 14 de octubre. Pero su ambigüedad ideológica -la prensa le ha llamado "Margaret Thatcher en pantalones"-, su reforma de los servicios públicos hacia la gestión privada, su dependencia de EEUU, sus malas relaciones con los sindicatos y, sobre todo, la guerra contra Irak, le han situado en el centro de las críticas.

 
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