¿Tanto nos cuesta envejecer? La cultura como alivio al paso del tiempo

Madrid

La nostalgia es el debate del momento. La nostalgia vende, como demuestra Hollywood cada semana, trayéndonos un nuevo remake o secuela de éxitos de épocas pasadas. La nostalgia está en la música. León Benavente le canta a esos viejos rockeros viejos que no saben retirarse a tiempo. Y le dicen no a la nostalgia. La banda acaba de sacar nuevo disco, Era, en el que el paso del tiempo es el hilo conductor.

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También Los Planetas han elegido esta semana para publicar Las canciones del agua, un disco homenaje a Granada y a Lorca y, de algún modo, un retrato de la pandemia. El noveno álbum de estos pioneros del indie habla de negacionismo, de reyes eméritos... La pandemia es un tema, sin embargo, que queda fuera de León Benavente, pero ambos grupos sí coinciden en algo: en una crítica a la industria discográfica. El mercado musical exige crear contenido continuamente y que este contenido sea consumido en tiempo récord. Se preguntan por qué es tan fácil pasar una hora o dos delante de una pantalla viendo una serie o una película y seamos tan incapaces de escuchar un tema de 12 minutos, como la de Los Planetas, o un disco del tirón, como el suyo, que dura menos de 45 minutos.

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Sobre el paso del tiempo y la nostalgia del pasado y de hacerse mayor habla Carlos Zanón. El escritor catalán acaba de publicar Love Song en Salamandra. Es la historia de tres amigos, tres músicos veteranos, que emprenden una gira de verano por cámpings de todo tipo y restaurantes y locales variopintos. Jim y Eileen, que son pareja, junto con Cowboy y con Polidori, conduciendo la cámper. Una gira en la que deciden no solo tocar canciones de 1985, sino que además pretenden vivir en 1985.

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"En 1985 vamos a estar bien", dice uno de los tres. ¿Nos da miedo el presente? ¿Vivimos inmersos en tanta incertidumbre que nos sentiríamos más seguros en un tiempo pasado y conocido? ¿Estamos mejor viviendo en la nostalgia? ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor o cualquier tiempo pasado solo fue pasado y hay que poner el presente en valor?

En Madrid se ha estrenado Manual básico de lengua de signos para romper corazones. Con todas las entradas agotadas, la obra del Centro Dramático Nacional cuenta la historia de dos chicos, uno sordo y otro oyente, que se enamoran. Su autor y director es Roberto Pérez Toledo. Una obra, dice, que reflexiona sobre el amor y todo lo que puede ofrecernos individualmente a cada persona. También sobre el miedo a envejecer, sobre la identidad, la búsqueda de tu lugar en el mundo y los armarios.

Hay más teatro, por ejemplo, El Cuaderno de Pitágoras, una obra inspirada en hechos reales y que nace fruto de la experiencia vivida en años de voluntariado en un módulo penitenciario. Nos invita a reflexionar sobre la lucha por volver a construir una vida digna en libertad y el esfuerzo por sacar adelante a las familias en circunstancias especialmente complejas y dolorosas. Desde una mirada fragmentada, íntima, desprejuiciada y por momentos muy divertida el espectador accederá a varias tramas dentro y fuera de los muros de una prisión. Paqui y Furia son los protagonistas de esta historia que cuestiona el concepto de reinserción social analizando las dificultades, prejuicios y estigmas a los que se enfrenta todo aquel que haya cumplido o esté cumpliendo una condena.

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También Convertiste mi luto en danza, una obra de Eusebio Calonge que ha girado por toda España, acaba de estrenarse en Madrid, antes de partir a Granada. Es la historia de una joven enferma de cáncer a quien el arte, la belleza, la poesía, el teatro... le ayudan a aferrarse a la vida. 

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Dejamos Madrid y nos trasladamos a Benidorm. Ese es el salto que ha realizado la escritora Esther García Llovet. Después de retratar la capital en sus novelas anteriores, se ha ido a ciudad levantina movida por esa fascinación de los rascacielos, el mar y la corrupción en Spanish Beauty, publicada en Anagrama.