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El caso Romasanta, el hombre-lobo

Manuel Blanco Romasanta, el primer asesino en serie de la historia contemporánea de España, fue célebre no solo por haber causado al menos trece muertes (aunque fue condenado por nueve: cinco mujeres y cuatro niños) en el bosque de Allariz (Orense). sino porque lo hacía convertido, según él, en un hombre-lobo o lobishome

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Madrid

Era viudo y de oficio tendero ambulante que, entre otras cosas, comerciaba con unto de animales. Se creía víctima de una maldición que le convertía en lobo las noches de luna llena, desde 1839. Cuando se supo que él era el asesino de aquella zona de Galicia y destripaba y devoraba a sus víctimas, pronto corrió el rumor y la acusación de que realmente extraía el sebo de aquellas personas a quienes había asesinado y que luego lo vendía por tierras de Castilla y Portugal. Según rezan los archivos de la Guardia Civil, cuando le capturaron en julio de 1852 (tenía 43 años de edad) fue sorprendido con un saco lleno de grasa, aunque nunca se pudo precisar si era humana o animal. En el juicio confesó: “La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía”.

Manuel Blanco fue finalmente condenado el 6 de abril de 1853 a la pena de garrote vil y a pagar una multa de 1000 reales por cada víctima, convirtiéndose así en el primer y único hombre de la historia criminal condenado a muerte por su condición de hombre-lobo. Al final, su Graciosa Majestad (la reina Isabel II) le conmutó la pena capital por la de cadena perpetua gracias a la intervención de un tal monsieur Philips, que se presentaba como profesor de Electro-Biología (su novedosa técnica hipnótica) y que se interesó por la rareza de este caso. Una cortina de olvido se cernió sobre él y sus actos. Por Real Decreto, Manuel Blanco fue convertido en "un ejemplar rarísimo que pertenece al museo de la humanidad para el estudio del hombre".

Algunos sostuvieron que murió en la prisión de Celanova o de A Coruña y que, además, no tardó mucho en ocurrir. Hoy sabemos, gracias a las investigaciones de los hermanos Castro Vicente, que los últimos 9 años y 9 meses de la vida de Romasanta no transcurrieron en Galicia sino en una prisión de Ceuta y que allí murió el 14 de diciembre de 1863, en la fortaleza del Monte Hacho, como consecuencia de un cáncer de estómago.

 
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