De la ilusión al miedo
"Las elecciones en Estados Unidos no son las de la ilusión, son las del miedo. Miedo, sobre todo, y por encima de todo, a una confrontación civil", la opinión de Carles Francino
Madrid
Que la historia es pendular ya lo sabíamos, pero a veces los giros que pega te pueden acabar mareando. Hace doce años tuve la gran fortuna profesional de estar en Estados Unidos -junto a otros compañeros de la SER- en los días previos a la elección de Barack Obama, y además de narrar en directo el momento histórico en que se le proclamó ganador.
Y si tengo un recuerdo claro, nítido, del ambiente que se vivía esos días, puede definirse con una sola palabra: ilusión. Una ilusión desbordante. Se notaba, se olía, era el primer presidente negro de la historia en ese país. Y más cosas. Obama fue un cambio en toda regla que ilusionó a mucha gente… pero que también encabronó -y bastante- a unos cuantos. Esto de la polarización ya viene de hace años y los rebotes que se agarra la derecha cuando pierde el poder, sobre todo si esa derecha es salvaje, eso ya casi que es una tradición. Pero nunca imaginé -sinceramente- que el relevo a Obama en la Casa Blanca llegaría con una especie de Atila que ha arramblado con todo -principios, valores, instituciones, pactos…- pero al que siguen -y votan- millones de norteamericanos.
Por eso hoy -como ya se conoce al personaje- las elecciones en Estados Unidos no son las de la ilusión, son las del miedo. Miedo, sobre todo, y por encima de todo, a una confrontación civil. Así como suena. Las imágenes de comercios cerrados, la compra masiva de armas, los guiños de Trump a las milicias ultras, los ataques del propio Trump al sistema electoral, que nosotros nos estemos preguntando si todo esto puede acabar como el rosario de la aurora… Eso es de un país bananero, no del que pasa por ser el más poderoso del mundo. Así que hoy, a mí al menos, me gustaría recuperar un poquito la ilusión. Que de miedo y de problemas ya tenemos bastantes. Y para que eso ocurra no hay que votar a Trump, con “v”, sino botarlo, con “b”. Toquemos madera.