Es el vecino el que elige al vecino

Madrid

Tiene hasta lógica que estén mirando si el coronaviru puede dejar sin gusto y sin olfato si también lo está dejando el confinamiento a su manera. Que cocinamos más y compramos más productos frescos, pero uno empieza a extrañar también esas cosas: ¿no echan de menos el sabor de un plato que sólo hacen en un sitio concreto? ¿No llegan incluso a echar de menos la comida con los cuñados en casa de los suegros? Hablemos de eso: de conflictos.

Salió el concejal de seguridad de Barcelona a pedir paciencia, a decir que, desde que había empezado el confinamiento, no todo es hermandad y saludos de balcón a balcón. La vida en casa es dura. En un sólo día, la guardia urbana ha llegado a recibir 1.800 llamadas por problemas de convivencia vecinal. Que son los tabiques muy finos y, para cuando se acaba Netflix, uno puede entretener con la vida de los otros. Lo importante, en todo caso, es quedarse en casa. Se han hecho virales estos alcaldes italianos que llaman a sus vecinos, que les exigen a los gritos, que no salgan.

¿Que vais a hacer fiestas, pregunta uno? Os mandaré a la policía con lanzallamas. Son los propios alcaldes los que se graban el vídeo y lo suben. ¿Dónde coño vais con el perro, se queja otro, que parece que tengan la próstata inflamada? En España, hay pueblos que prohíben compras de menos de 30 euros porque algunos salen todo el rato a comprar lo que sea. Y no hace falta. Que ya se sabe que para discutir con el vecino, no hace falta salir de casa.