Mentiras y muerte en Irak
"Se mintió con el famoso engaño de las armas de destrucción masiva que no tenía Sadam, y porque aquella intervención militar provocó un carajal en Irak, y en toda la región, cuyas consecuencias todavía se sufren", la opinión de Carles Francino
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Madrid
Con todo el follón del coronavirus, que más allá de sus efectos sobre la salud lo está contaminando absolutamente todo, es posible que otras noticias queden más ocultas. Por ejemplo, el reciente acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes para que el ejército norteamericano se retire de Afganistán. Ese país -recordemos- fue, hace casi 20 años, el primer eslabón de la guerra global contra el terrorismo, anunciada tras los atentados del 11-S. Era una reacción lógica porque Bin Laden estaba protegido por aquel régimen de los talibanes.
Eso fue en 2001, apenas un mes después de los ataques. Pero el segundo país de esa cruzada contra el terror, el segundo país fue Irak, y ahí la cosa ya fue muy distinta. Para mal. Para mal porque se mintió, con el famoso engaño de las armas de destrucción masiva que no tenía Sadam, y porque aquella intervención militar provocó un carajal en Irak, y en toda la región, cuyas consecuencias todavía se sufren.
Bueno, pues en la lista de damnificados aparecen los nombres de ocho agentes españoles del CNI, muertos. Uno a la entrada de su domicilio y otros siete en una emboscada, en circunstancias nunca del todo aclaradas. Esos agentes, por cierto, dos de ellos, ya informaron de que lo de las armas de Sadam era un bulo. No les hicieron caso. Eso antes de la invasión. Después les volvieron a enviar a Irak, y pasó lo que pasó.
Se acaba de publicar un libro, titulado ‘Destrucción masiva: nuestro hombre en Bagdad’ donde se cuenta esta historia.