La alfombra de España
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Madrid
Imagino que a todos nos habrá ocurrido alguna vez: levantas una alfombra y la cantidad de mierda que aparece es brutal. Pueden ser restos de la propia alfombra, que se deteriora con el tiempo… Pero pueden aparecer también residuos de todo tipo que se han ido acumulando por pura inercia -o sea, por desidia- o por una voluntad expresa de ocultación.
Por eso lo de la porquería bajo la alfombra es una de las metáforas más utilizadas cuando queremos señalar problemas no resueltos o heridas mal cerradas. Bueno, pues España es rica en alfombras sucias. Y creo que la división de opiniones por la exhumación de los restos de Franco lo confirma. Estoy seguro de que, si esa vergonzosa anomalía histórica de tener a un dictador enterrado en el monumento que él mismo ordenó construir a mayor gloria suya, -si se hubiera corregido hace 30 años, por ejemplo,- el panorama sería muy distinto. ¡Claro que la ultraderecha hubiera puesto el grito en el cielo! Claro que a los fachas les hubiera parecido mal. Incluso algunos militares habrían armado jaleo. Pero -sinceramente- no creo que ningún dirigente político democrático de menos de 40 años hubiera dicho las cosas que han dicho Pablo Casado y Albert Rivera.
Y el problema es que esa corriente de pensamiento de “nos quieren dividir entre rojos y azules”, ¿por qué gastar un solo euro en remover el pasado?, el problema es que eso ya está instalado en la cabeza de millones de españoles. Y que otros tantos millones piensan justo lo contrario. Porque alguien decidió que los problemas, debajo de la alfombra se ven menos. El escritor Antoni Puigverd dice hoy en ‘La Vanguardia’ que “los huesos de Franco ríen” … Que “los trasladan de tumba, pero -que- su legado fructifica entre amigos y enemigos”. Pues tiene razón. Cuando se dejan pudrir los problemas ocurren estas cosas. Por desgracia. En fin…