Niños que educan a padres
Madrid
No sé quién dijo alguna vez que la educación es un viaje de ida y vuelta, que lo que aprendes, lo que te enseñan, las ideas, los valores que recibes, tarde o temprano los acabas devolviendo; no recuerdo quien lo dijo, pero tenía más razón que un santo. Claro que eso tiene dos traducciones: una positiva, sin duda, pero la otra nefasta.
Todo depende de lo que hayas mamado en la ida, para ver cómo es la vuelta después. En el fútbol, por ejemplo. Es un deporte de equipo, ¿verdad? O sea que requiere esfuerzo, disciplina, compañerismo… Está bien para los chavales. Pero, ¿qué pasa? Semana sí, semana también nos llegan historias de partidos de niños donde los padres -y las madres- acaban a guantazo limpio. El espectáculo es denigrante, es lamentable.
Pues hoy les quiero contar un episodio sensacional. Partido de fútbol del torneo de la luz entre los equipos alevines del Málaga y el Sporting de Lisboa. Vuelve a ocurrir lo de casi siempre: follón en las gradas, incluso tienen que intervenir los servicios de seguridad. Pero lo importante, lo valioso, ocurre en el césped. No, no es que nadie haya marcado un gol o se haya tirado un caño, o una chilena… No, nada de eso. Sólo que los jugadores paran el partido, se marchan a la banda y se dirigen al público, o sea, a sus seguidores, a sus familiares, y se ponen de espaldas para decirles: “dais pena”.
Debo tener el día ñoño, pero a mí estas cosas me reconcilian con el ser humano. Creo que todavía hay esperanza.