Pintar un cuadro
En un cuadro hoy compartieran espacio tres elementos: lo que llamamos la España vaciada, la Europa perpleja por el Brexit y el hooliganismo extremo en el deporte
Madrid
No sé si lo hacen a menudo, pero hay días en los que cuatro pinceladas te sirven para hacerte una idea de por dónde va el mundo.
Si yo supiera pintar que no es el caso me gustaría que hoy compartieran espacio y colores tres elementos: lo que llamamos la España vaciada, la Europa perpleja por el Brexit y el hooliganismo extremo en el deporte.
Vamos por partes, de entrada, creo que hay que empezar a cambiar lo de la España vacía o vaciada, por “la España discriminada”. Porque se trata de eso; en un país donde el debate territorial está ahora mismo en llamas por el tema de Catalunya y donde parece que lo más importante sea el tamaño de las banderas y la unidad o no de un estado, resulta que casi dos millones de personas o millón y medio no cuentan casi para nada. Y se les ha acabado la paciencia, claro. Luego ya veremos si los medios ya no digo los políticos, los medios somos capaces de mantener en la agenda ese debate, del que también depende, ¡ya lo creo que depende! el futuro de España. Pero de momento ahí están.
Luego aparece lo de la Europa perpleja con el Brexit; es para estarlo, sin duda, perplejos y cabreados por cómo se llegó a esto y por cómo se está gestionando. Bueno, pues hay quien ha decidido contemplarlo también como una ventana de oportunidad. Escocia: esa campaña que está hoy en todos los grandes diarios, dos páginas con un paisaje idílico y mensajes del tipo: “Europa, eres bienvenida a escocia”, o “querida Europa, vosotros seguís contando mucho para nosotros”, me parece sensacional. A eso se le llama darle la vuelta a la tortilla.
Y última pincelada del cuadro: el sectarismo, en el deporte en este caso aunque podría ser en cualquier otro campo. Es el caso de un jugador del español, un chaval de la cantera que el sábado después de jugar y perder contra el Barça, se intercambió la camiseta con Messi. Bueno, le están crujiendo, le están insultando, diciendo que no siente los colores, pidiendo que el club le sancione, en fin, a mi modesto modo de ver; un auténtico despropósito.
Y sí, ya sé que son tres historias muy diferentes pero creo que entran perfectamente en el mismo cuadro, porque conectan con algunos de los elementos de nuestro paisaje cotidiano: desigualdad, injusticia y sectarismo. Que sólo se pueden combatir con dignidad, imaginación y tolerancia. A mí ese segundo cuadro me gustaría muchísimo más.