Pelear el futuro
Madrid
Quiero pensar que no se trata de ninguna campaña organizada, que no existe una voluntad deliberada de hacer daño, pero el mundo, la herencia que les estamos dejando a los jóvenes, a la que gente que tiene dieciséis, diecisiete, veintitantos o treintaypocos años… es para darnos collejas de aquí a Vladivostok. Sólo faltaba enterarnos hoy de que los adolescentes tienen peor salud que hace 25 años, ¡hemos ido hacia atrás también en esto!
Y ojo que no son datos al tun-tún, se trata de un estudio a escala mundial de la revista “The Lancet”, que señala la obesidad, la anemia y el consumo de alcohol como algunos de los problemas más serios. Pero es que antes de saber eso ya teníamos noticias de la precariedad extrema, del insoportable paro juvenil, de los -y las- que tienen que largarse de España, no por ganas de volar sino por falta de cielo, de la utopía de poder emanciparse a una edad razonable.
En fin, que tienen muchos motivos para acordarse de nuestros muertos y tirar la toalla, pero hete aquí que cada equis tiempo surgen pulsiones reivindicativas que, a mí al menos, me reconcilian con muchas cosas. La última, esa movilización para luchar contra el cambio climático que nació con una adolescente sueca, que se ha ido extendiendo por Europa y que va a desembocar el viernes, aquí en España, con la convocatoria de manifestaciones.
Qué curioso, ¿verdad?, o qué significativo. En el tsunami civil del último 8 de marzo, miles de chicas –y chicos- en las calles; jóvenes, jovencísimos; y ahora chavales –y chavalas- movilizados para defender el planeta. O sea que feminismo y ecologismo, con relevo generacional. Todavía hay esperanza.