Lo punible y lo penoso
La belleza del sistema penal democrático es que sabe elegir entre dos males: antes liberar a un posible culpable que encerrar a un inocente. Estos y otros principios humanitarios otorgan ventajas a los procesados del "procés", que molestan a alguna buena gente
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Madrid
La grandeza del Estado de derecho es que mantiene al presunción de inocencia al sospechoso más sospechoso hasta que recae en él sentencia firme. La belleza del sistema penal democrático es que sabe elegir entre dos males: antes liberar a un posible culpable que encerrar a un inocente.
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Estos y otros principios humanitarios otorgan ventajas a los procesados del “procés”, que molestan a alguna buena gente. Pero la garantía de no incurrir en abuso con ellos es también la prenda de que no sucederá con otros, tampoco con los ciudadanos que están más incómodos.
En las últimas horas los dos Jordis han aprovechado a fondo una de esas ventajas, la igualdad de armas. Y han sabido construir un relato pacifista, con palabras, fotos y vídeos. Que ahora, cuando empieza la fase de las testificales y las pruebas documentales, habrá que verificar.
Quienes han tirado a la papelera su ocasión son aquellos que de tanto engañar han engañado a sus propios seguidores, como la ex presidenta del Parlament Carme Forcadell. Dijo que había mandato popular para la independencia y ayer lo negó. Siguió con el mandato y sostuvo que no hizo nada para aplicarlo. Que no era responsable, que no podía retirar resoluciones ilegales del hemiciclo… Defender una cosa y la contraria a lo mejor no es punible, pero es penoso.
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Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...