Amor, humor y miedo

Madrid

Ayer me contaron una historia que hoy, con todo el lío este de San Valentín y el día de los enamorados, me parece curioso comentar. Curioso, gracioso, incluso. Es el caso del, seguramente, el divorcio más rápido de toda la historia. Ha ocurrido en Kuwait, una pareja se da el “sí, quiero”, intercambia los anillos, se besan y al girarse ella tropieza y cae por las escaleras. ¿Qué hace el novio? Descojonarse de la risa, a lo cual ella reacciona pidiendo el divorcio de forma inmediata. Y en tres días se lo conceden.

Hasta aquí la historia. Pero, ¿qué puede haber detrás de esta decisión, además del cabreo inicial? Pues seguramente el miedo a que algo que empieza torcido pueda enderezarse después. De hecho, el amor ocupa un lugar destacado en el catálogo de miedos que tenemos los seres humanos. Una ruptura sentimental suele generar –al menos durante un tiempo- un cierto temor a repetir la experiencia por no salir heridos otra vez. Pero además de eso, yo diría que el miedo ha ido ganando terreno; hablo de nuestro mundo, del primero, y sobre todo de los últimos veinte o treinta años.

Empezamos con las incertidumbres, seguimos con la perplejidad ante muchas de las cosas que ocurrían, luego saltamos a la inseguridad y hoy ya vivimos directamente instalados en el miedo multiusos. Miedo a perder el empleo, a quedarnos sin casa, a agotar los ahorros, miedo al sida, al cambio climático, al terrorismo, miedo al diferente… Pero, ¡ojo! El miedo ha existido siempre y no tiene por qué ser negativo. Hoy hablaremos con alguien que las ha pasado canutas por su culpa, pero que ha decidido afrontarlo a través del humor, o de una cierta dosis de humor. O sea que esta tarde abrimos la ventana con miedo, con humor y con amor.