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La opinión de Carles Francino

Nosotros contra ellos

Estamos en una fase demencial y muy peligrosa, muchísimo

Nosotros contra ellos

Nosotros contra ellos

02:09

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Anna Rosling es una investigadora sueca que analiza estudios y estadísticas por todo el mundo. La entrevistan hoy en ‘La Vanguardia’ y ahí expone una teoría muy interesante: “La gente –dice- se radicaliza porque prefiere sentir a razonar”. O sea, que mandan las emociones por encima de cualquier otra cosa. Y dice más la investigadora: asegura que “la política se ha convertido en un espectáculo de identidades y pasiones”.

Bueno, no sé si se Anna Rosling se ha inspirado en nosotros, pero confieso que esta definición nos viene al pelo y retrata a la perfección el clima político en el que nos movemos, en el que chapoteamos ahora mismo. Un ejemplo: hace diez días Quim Torra aludió a la vía eslovena como alternativa para que Catalunya obtenga la independencia de España. Esta mañana Pablo Casado le ha acusado de querer provocar un baño de sangre y una guerra civil en Catalunya. Y claro, cuando Torra dijo lo que dijo hubo zafarrancho general contra él, y con razón; y hoy en el parlamento catalán ha pasado lo mismo pero en dirección opuesta, mucha gente indignada con Casado.

Este rifi-rafe, que a mí me parece de una irresponsabilidad extrema, y muy grave, se ajusta perfectamente a lo que describe la investigadora sueca. Lo que no dice ella –pero ya lo digo yo porque así lo creo- es que personas que difunden estas ideas deberían quedar automáticamente inhabilitadas. O sea, tenemos un problema, tenemos un debate de enorme complejidad con el tema de Catalunya.

No olvidemos que hay dos millones de personas que quieren largarse de España y algunos de los dirigentes políticos con mayor responsabilidad se dedican a invocar el espantajo del conflicto, de la épica, de la resistencia, incluso de la guerra y del enfrentamiento con una frivolidad que acongoja. Y rezando -porque algunos estarán rezando- para que el viernes en Barcelona se monte un buen pollo. Porque si eso ocurre, unos estarán contentos por lo que interpretarán como demostración de fuerza; otros porque será la confirmación –según ellos- de que sólo sirve la mano dura; que ni diálogo, ni apaciguamiento, ni leches.

En fin, no sé ustedes, a mí me parece que estamos en una fase demencial y muy peligrosa, muchísimo. Porque un conflicto de ideas ya tiene tela, pero un choque de identidades y de pasiones enfrentadas lo más normal es que termine como el rosario de la aurora. Esperemos que no.

 
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