La epidemia de las mentiras
¿Podemos digerir el torrente de datos que nos desborda a diario separando el grano de la paja?
Madrid
“Cada semana enviamos a la Unión Europea 350 millones de libras que se podrían destinar a la sanidad pública británica”. Falso
“El hombre que apuñaló a Bolsonaro está afiliado al Partido de los Trabajadores y aparece en una foto con Lula”. Falso
“Felipe González ha dicho que prefiere a franco antes que a Podemos”. Falso
“Bildu afirma que matar solo está mal dependiendo de las circunstancias”. Falso
“Están colocando botellas de plástico rellenas de sosa caústica, agua y papel de alumnio en las calles”. Falso
Como falso es también el video en el que supuestos musulmanes se manifestaban pidiendo sanidad y vivienda gratuitas. O que dos ancianos se escaparan de su residencia para asistir a un festival de heavy metal.
Este es un brevísimo resumen de una de las grandes epidemias de nuestro tiempo: las noticias falsas…o mejor dicho: las falsas noticias, porque algo que se apoya en la mentira ya no puede considerarse noticia. Hoy nos preguntamos: ¿Sabemos distinguirlas? ¿Podemos digerir el torrente de datos que nos desborda a diario separando el grano de la paja? Pues yo creo que la respuesta es no. Y que la única esperanza está en el periodismo riguroso y el compromiso cívico, en no dejarse arrastrar.
Por eso nos alegra, por eso me alegra un montón que hoy esté en Madrid para recibir un premio una periodista brasileña que se dedica precisamente a eso: a destapar los bulos, a desenmascarar a los embusteros y a los intoxicadores. Que no es fácil, ¿eh? Porque las amenazas –ya nos lo contará ella- le llueven por todas partes. Por eso tiene tanto mérito y por eso la hemos invitado: se llama Cristina Tardáguila.