La victoria de Celestino
A él no le sirvió para salvar la vida, pero posiblemente ayude a salvar otras
Madrid
El bombero que se negó a estar de retén en el puerto de bilbao mientras se cargaban contenedores con armas destinadas a arabia saudí nos hizo ayer una reflexión fantástica: ¿de verdad creemos que la protesta de los trabajadores de navantia es la única explicación de porqué no se suspende esa venta de armas? Y seguramente tenía razón.
Hay otros elementos en danza –sobornos incluidos- que luego comentaremos con más calma. Pero en una cosa no voy a darle la razón; no cuando insinuó que los trabajadores –así en general- no tienen tanto poder. Bueno, pues depende….o depende de lo que entendamos por poder. Yo entiendo que el poder no es sólo sinónimo de mandar, de imponerse, de dar órdenes, de jerarquía, de escalafón….sino también de tener la capacidad de que cambien las cosas, de trasformar la realidad.
Esta tarde les vamos a contar la historia de Celestino Tolosa, un trabajador….como el bombero de Bilbao, como los empleados de navantia. Él formaba parte de la plantilla de CAF, una empresa ferroviaria, y murió hace diez años. Bueno, pues ahora se ha sabido que su muerte se debió a una enfermedad profesional, a que estaba en contacto con el amianto. Y se ha podido saber porque Celestino pidió que se congelaran sus pulmones. Y ahí aparecieron las pruebas. A él no le sirvió para salvar la vida, pero posiblemente ayude a salvar otras. Y en cualquier caso, aunque tarde…se ha hecho justicia. Y eso, en los tiempos que corren, no me parece ninguna minucia