Enlazados
El tema de los lazos amarillo es un claro ejemplo de cómo la política, los partidos concretamente, en lugar de solucionar los problemas los agravan
Madrid
El escritor Eduardo Mendoza decía el otro día en una entrevista en el diario “El País” que no entiende lo que pasa en Catalunya, que no lo entiende, y que además le da miedo. Bueno, pues ya somos dos.
Hoy la junta de seguridad, un organismo que agrupa a todas las administraciones para ocuparse de la protección de los ciudadanos, donde se habla habitualmente, ¡qué sé yo! de terrorismo, de robos, de cómo prevenir la delincuencia, planes de emergencia, de todo lo que tiene que ver con la seguridad, como su propio nombre indica... Bueno, pues hoy ese organismo ha tenido en la mesa, como tema estrella, los famosos lazos amarillos. Que son el último y más visible símbolo de división entre catalanes, entre algunos catalanes.
Esta tarde en La Ventana vamos a poner el foco en esa polémica pero sin la verborrea política habitual. Hemos estado con un grupo de los que quitan lazos por la noche y que, por cierto, están muy organizados. Hemos hablado también con los que ponen los lazos, con gente de los comités de defensa de la república, que dicen que no hay para tanto. Y además se quejan de que los retiren.
No merece la pena ni exagerarlo ni minusvalorarlo; creo que se entiende perfectamente y que se comprende también que haya gente, mucha gente preocupada, entre los cuales me cuento. Creo, y hace mucho tiempo que lo digo, que este es un clarísimo ejemplo de cómo la política, los partidos concretamente -unos más que otros- en lugar de solucionar los problemas, los agravan. Por eso pretendo que hoy escuchemos voces –voces de la calle- que expresan cosas distintas, a ver qué conclusión sacamos. Para mí, desde luego, la más importante es que a pesar de todas esas diferencias nunca dejemos de escucharnos.