El último dinosaurio
La renuncia de Rajoy cierra una etapa de la política española. Esta dimisión es “lo mejor para él, para el PP y para España”
Madrid
Si España fuera como parque jurásico, hoy podríamos decir que desaparece el último dinosaurio. La renuncia de Rajoy cierra una etapa de la política española. Y el que ha echado la llave ha sido alguien a quien todos, o casi todos, daban por muerto hace apenas unos meses. Vivir para ver.
Creo, sinceramente, que después de la sorprendente y vergonzosa espantada del congreso cuando vio que le echaban, Mariano Rajoy ha recuperado buena parte del andamiaje que se le supone a un hombre de estado. Acertó cuando al día siguiente de su eterna sobremesa felicitó a Pedro Sánchez y le deseó suerte; y creo que también acierta hoy cuando ha dicho que su dimisión es “lo mejor para él, para el PP y para España”. Para él no tengo ninguna duda, después de 37 años en política; para el PP también, o todavía más, porque supone quitar el tapón que le podía impedir al partido regenerarse, reconstruirse; ya veremos cómo lo hace pero el tapón ya no está. Y lo mejor también para España porque su desaparición de la escena resta argumentos a los histéricos, a los crispadores profesionales.
El discurso, tramposo y falso, de “nos han robado”, “esto es ilegítimo”, pierde fuerza si el principal afectado admite la derrota y se va. No, si al final el partido popular va a tener que darle las gracias a Pedro Sánchez, que no sé cómo lo hará de presidente, no tengo ni idea, pero que ha demostrado una capacidad de resistencia, y de supervivencia, fuera de lo común. David Trueba escribe hoy en “El País” que si la moción de censura la hubiese urdido Rajoy tendríamos un aluvión de elogios a su temple y a su sabiduría gallega, pero que como a Sánchez le adjudicaron el papel de maniquí hay muchos –incluso en su propia casa- que aún no le reconocen el mérito. Bueno, pues creo que tienen un problema. El último que le subestimó fue el propio Rajoy…y ya ven dónde ha quedado.