Millenials indignados
Si no logramos que los millenials tengan al menos las mismas oportunidades que tuvimos nosotros, entonces seremos recordados como la generación más egoísta de la historia
Madrid
Si con 18 años uno no tiene las ganas y los arrestos de ziscarse en todo lo que le rodea, apaga y vámonos. Por eso cada vez que me topo con alguien mucho más joven que yo y me canta las cuarenta, pues la verdad es que me alegro. Y eso precisamente me ha ocurrido hoy al leer una carta al director en El País, que se titula ‘Millenials enfurecidos’.
Se trata de un manifiesto reivindicativo de toda una generación –la que se hace adulta con el cambio de Siglo, a partir del 2.000– y que arranca diciendo: “Sí, somos la generación narcisista, consentida y perezosa. Nacimos sin internet y hoy no podemos vivir sin él. Pero estamos hartos de que nos pongáis etiquetas”. El tono –ya lo ven– es el que es: indignado, cabreado, enfurecido, hasta aquí... además, a los mayores nos trata de tú, pero después de advertirnos de que “quieren comerse el mundo” nos da la puntilla al pasar al trato de “usted” y añadir: “Su actitud no ayuda. Dejen de decir que nos pasamos el día enganchados a internet, que no movemos un dedo y que somos la generación del yo-yo-yo. Dejen de echar piedras sobre nuestro tejado. Somos la generación más preparada de la historia y llegamos pisando fuerte”.
Bueno, alguien podría interpretar estas palabras –sobre todo las últimas– como una declaración de guerra. Yo no lo veo así; yo creo que son una apuesta de futuro, un grito de auxilio y también un aviso para navegantes, navegantes veteranos. Si los que podemos hacer algo no conseguimos revertir esta situación, si no logramos que los millenials tengan al menos las mismas oportunidades que tuvimos nosotros, entonces seremos recordados como la generación más egoísta de la historia: la generación tapón. Y no sé a ustedes, pero a mí no me gustaría ni un pelo.