Orgullo necesario

Madrid

Guten tag deberíamos decir –“buenas tardes”, en alemán– porque hoy alemania, como sabrán, se ha sumado a la lista de países que consideran legal el matrimonio homosexual; y nosotros arrancamos un programa especial con motivo del orgullo mundial, en Madrid. Es un orgullo, por cierto, que le llevemos doce años de ventaja a la todopoderosa Alemania en este terreno de las conquistas sociales, de los derechos.

Se trata, sin duda, de una gran noticia porque además refleja todos los matices y todos los recelos que aún rodean el tema. La canciller Angela Merkel ha votado en contra, pero como ha dado libertad de voto, en conciencia, a sus diputados pues muchos –y muchas– han optado por el “sí”. Es una demostración fantástica de cómo a veces las instituciones viven en una especie de burbuja, en un espacio aislado, mientras la vida real les adelanta, les atropella por todas partes.

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Si más del 80% de alemanes estaban a favor, ¿por qué carajo han tardado tanto? Una pregunta que podríamos trasladar aquí hablando, por ejemplo, de la eutanasia que apoyan más del 60% de españoles y que estos días ha vuelto al congreso. ¿Qué freno se les activa a veces a los políticos para ser tan lentos en acomodar las leyes a las pulsiones sociales? Es un misterio que alguien en algún momento deberá investigar.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, al orgullo… He de confesarles algo: hay momentos que me provoca un cierto apuro insistir en algo tan obvio como la defensa de la libertad sexual de cada uno, y de cada una. Pero de la misma manera les digo que el apuro –o el hartazgo– sólo me dura un minuto. El que tardo en recordar cómo a diario en la calle, en el bar, en el colegio, en el trabajo, en el deporte, en la cultura, en el grupo de amigos –o de amigas– sigue habiendo gente jodida, que lo pasa mal por eso: porque no puede vivir con libertad su sexualidad; o se esconde, o la señalan. Esta tarde vamos a hablar con varias personas de ámbitos donde el orgullo –este orgullo– demuestra que sigue siendo muy necesario. A esas personas –a las que enseguida saludaremos- y a todos ustedes, en especial a los que nos acompañan aquí, en el colegio oficial de arquitectos de Madrid.