Tiempo de ventanas

Madrid

Va a tener razón El Roto. Nuestro admirado Andrés Rábago publica hoy una viñeta en el diario EL PAÍS donde asegura –literalmente– que “es peligroso asomarse a cualquier ventana”.

Y la verdad es que argumentos no le faltan, ¿eh? Porque uno se asoma hoy a Londres, por ejemplo, ¿y qué se encuentra? fanatismo sobre fanatismo; y desigualdad, y prejuicios. O se asoma a Portugal; y sale achicharrado por una mezcla de tragedia, imprevisión y seguramente negligencia. ¿Y aquí, qué? pues esta semana, sin ir más lejos, toda una pléyade de estrellas –o ex estrellas– del actual partido en el gobierno, del PP, desfilando por la Audiencia Nacional; o el otro gran partido de la democracia, el PSOE, tratando de zurcir los descosidos de una etapa nefasta que ya veremos si ha terminado o no. Y podríamos seguir, pero creo que no merece la pena.

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En lo que sí me gustaría insistir –y eso seguro que El Roto lo comparte– es en la necesidad de continuar asomándose a todas las ventanas posibles, por mucho peligro que entrañen; o por mucha incomodidad que generen. Porque esa es la única manera de intentar decodificar este mundo tan complejo y apresurado que nos ha tocado en suerte. Con su corrupción, con sus injusticias, con sus abusos, con sus miserables, que los hay. Pero igual con sus avances, con sus progresos, con sus revoluciones, y con sus héroes, que también los hay.

Resumiendo: que somos ventaneros convencidos, es una filosofía de vida. Y como además queremos transmitirla, pues hoy hablaremos de política y de niños. Sí, sí, de niños; porque en Noruega, por ejemplo, este otoño van a votar ya los chavales de 10 a 15 años. Y tendrán su campaña, y sus debates, y sus temas propios. ¿Qué les parece: está bien anticipar su contacto con este mundo? ¿O tal vez deberíamos retrasarlo para protegerles? Yo soy más partidario de lo primero, pero en esta ventana se admiten todas las opiniones.

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