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LA OPINIÓN DE FRANCINO

El heroísmo de la dignidad

No es la primera vez que al hablar del problema del machismo, apelamos a la implicación del entorno. A la obligación moral de no mirar hacia otro lado cuando se detectan indicios de que una mujer lo puede estar pasando mal

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Madrid

No es la primera vez que al hablar del problema del machismo, apelamos a la implicación del entorno. A la obligación moral de no mirar hacia otro lado cuando se detectan indicios de que una mujer lo puede estar pasando mal. Ya no digo sólo combatir los micromachismos: las gracietas, los chistes, las faltas de respeto...eso también. No, me refiero a cuando la cosa puede pasar a mayores; cuando en la familia, el grupo de amigos, los vecinos, en el trabajo…se huele, se detecta que algo va mal pero no se interviene. Ya sea por pudor, por pereza, por miedo, por el qué dirán…¡cuántas historias de maltrato a mujeres –incluso con resultados muy graves- se podrían haber frenado con más implicación del entorno!

Bueno, pues hoy en La Ventana les traemos una historia que ha ocurrido en Murcia; alguien que va por la calle, oye gritos, y tan mal le suena todo que sube al piso, derriba la puerta y reduce al agresor. Dentro de la casa había tres mujeres y un bebé; y no es exagerado presumir que ese hombre seguramente ha sido su salvador.

Les he querido contar esta historia no porque estemos reclamando una fábrica de héroes, tipo Chuck Norris; para nada. Pero sí como ejemplo de que todos, en nuestro ámbito -el que sea- podemos apoyar a mujeres en riesgo de ser maltratadas. Este hombre, con el que después hablaremos, es profesor de artes marciales y seguro que eso le ayudó. Pero otra persona igual puede hacerlo como compañero de trabajo, como amigo, avisando a la Policía, si es el caso…como sea.

Por cierto, eso incluye que ellas sean las primeras en denunciar al agresor, cosa que no han hecho –por ejemplo- ninguna de estas tres mujeres de Murcia. Y ya resulta triste, desde luego; pero es lo que hay. Así que pedagogía, educación, y picar piedra; no queda otra. Pero tenemos que hacerlo porque eso no nos convierte en héroes pero sí en personas dignas. Que no es poco.

 
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