La Europa del apartheid

Madrid

Yo creo que nos pasa algo. Es posible que nos estemos inmunizando ante determinados fenómenos, igual es la contaminación atmosférica, o tal vez la matraca política nos esté ablandando el cerebro. Pero no entiendo –de verdad, me resulta incomprensible- cómo no hay ahora mismo millones de personas en las calles de toda Europa enmendando la plana a quienes decidieron hace un par de días dar la patada a los refugiados. Y además pagar dinero a Turquía para que asuma el trabajo sucio, a cambio de hacer la vista gorda a los excesos que el régimen turco pueda cometer, que no son pocos.

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Hoy escribe el director de 'El Periódico', Enric Hernández, que con comportamientos así la Unión Europea ya no aprobaría ni su propio examen de ingreso; ¡y tiene toda la razón! El examen de cuando se fundó, claro; o de cuando se firmó –en el año 2.000- la Carta de los Derechos Fundamentales, incluido el derecho de asilo en cumplimiento de la Convención de Ginebra y del Estatuto de los Refugiados que ahora se pasan por el arco de triunfo. Es muy fuerte lo que está ocurriendo, muchísimo, pero nada parece escandalizarnos tanto como para hacer algo. Aquí tenemos colgados carteles de bienvenida a unos refugiados... virtuales, que no acaban de llegar nunca, mientras en otros países europeos el corazón de acogida de una parte de la sociedad civil compite con las alambradas, los gases lacrimógenos.

Resumiendo: aquel sueño de una Europa de las personas ha mutado en otra Europa de.... sólo para algunas personas. Es el nuevo apartheid del siglo XXI. Y sin ningún Mandela a la vista.