Reivindicación del iluso

Madrid

A lo mejor soy un iluso, o directamente un tonto de capirote. De hecho, esa pléyade de analistas de la que tan sobrados vamos en este país y que parecen conocer todos los intríngulis de la política...estoy seguro que a coro me dirían: "¡ignorante, no entiendes nada!". Bueno, pues tendrían razón; no consigo entender los intentos –múltiples y variados- de convertir el debate de investidura que comienza esta tarde en poco menos que un trámite burocrático, en un "vuelva usted mañana". El resultado se da por hecho, las posiciones se presentan como inamovibles, y ya se perfilan estrategias para el día después. Con lo cual la pregunta es obvia: ¿sirve de algo entonces este debate? Pues yo creo, sinceramente, que sí.

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El simple hecho de que un candidato exponga su programa de gobierno – o su programa de "quiero gobernar"- y que el resto de grupos expliquen en qué están de acuerdo y en qué no, le otorga un valor evidente; y no sólo en el terreno simbólico. Pero me enerva -y me decepciona- que el gran estreno institucional de esta nueva etapa política sufra esa especie de ninguneo; no me gusta que el Parlamento acabe convertido en una simple caja de resonancia de los debates que ya hace días y semanas mantienen los partidos en otros foros. Y me pregunto ¿por qué tiene que ser metafísicamente imposible que se produzca alguna sorpresa? La que sea, me da igual ¿O es que no importa nada de lo que se diga en la tribuna de oradores? ¿Ya lo sabemos antes de arrancar? Porque si es así –y me temo que lo es desde hace mucho tiempo- ¡pues vaya negocio!

Resumiendo, que falta menos de media hora para que comience ese debate con el discurso de Pedro Sánchez, mañana vendrán las réplicas; sepan que podrán seguirlo todo en directo aquí en la SER. Y que entre hoy y el viernes podremos confirmar si los sabios de la política llevan razón, o si queda algún hueco para los ilusos. Bienvenidos a 'La Ventana'.