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LA OPINIÓN DE CARLES FRANCINO

¿Por qué no te callas?

"Ahora sólo falta una ley para castigar la indecencia cuando se hable con tanta frivolidad de un asunto tan grave."

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Madrid

Hay una cosa en la vida que se llama don de la oportunidad y cuando no se tiene se corre el riesgo de meter la pata. Algo de eso le ha ocurrido al arzobispo de Toledo que hace apenas unos días, tal vez asaltado por el espíritu navideño o vaya usted a saber por qué, aprovechó una misa para lanzar la curiosa teoría de que los asesinatos de mujeres ocurren porque ahí no ha habido verdadero matrimonio. Según él, esas muertes de mujeres se producen porque sus parejas o exparejas –es decir, los hombres- no las aceptan y porque además en muchos casos ellas han pedido previamente la separación. Para entendernos, sugirió una especie de vínculo entre la violencia machista y lo que él llama despectivamente divorcio express, o sea la facilidad legal que ahora tenemos –y que ha sido toda una conquista- para deshacer una pareja cuando ésta no funciona.

Bueno, pues ha tenido mala suerte don Braulio Rodríguez, que así se llama el arzobispo, o no ha tenido el don de la oportunidad que antes comentaba, porque en sólo cuatro días del nuevo año dos mujeres han sido ya asesinadas por sus parejas, lo cual convierte sus desafortunadas teorías justificatorias en una afrenta en toda regla; no sólo para los familiares y amigos de estas últimas víctimas sino también para los miles de mujeres que soportan amenazas o malos tratos y para otros miles de personas que trabajan en distintos ámbitos para evitarlo. Menos mal que junto a tanto disparate retrógrado –ya sea religioso, social o político, que de todo hay en la viña del Señor- el sentido común se va imponiendo y esta misma semana el Tribunal Supremo ha rechazado el factor de los celos como atenuante de la violencia machista. Ahora sólo falta una ley para castigar la indecencia cuando se hable con tanta frivolidad de un asunto tan grave. Pero mientras llega, siempre podemos apelar a aquella frase a mitad de camino entre el consejo y la exigencia: ¡¿Por qué no te callas?!

 
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