¿Ojo por ojo?

Madrid

Los peores demonios son los que aparecen en casa. Nunca estamos preparados para el mal que convive a nuestro lado...sin nosotros saberlo. Esta sensación, una mezcla de perplejidad, de sorpresa y desde luego de rabia...es la que se ha instalado hoy en la opinión pública británica –me imagino que también de un cierto alivio- después de desvelarse la operación militar lanzada contra Mohamed Emwazi, más conocido como John, el yihadista. Este chaval, porque es un pipiolo, un veinteañero, se había convertido ahora mismo en uno de los terroristas más buscados del mundo y resulta bastante probable que haya muerto en el ataque; no está todavía confirmado al cien por cien. Pero es que resulta que John, el yihadista, el mismo que aparecía en distintos videos decapitando a británicos y estadounidenses; el mismo que mantuvo secuestrados cerca de seis meses a tres periodistas españoles....pues resulta que se crió ahí, en Gran Bretaña, a donde había llegado con apenas seis años. No consta que tuviera ninguna dificultad especial, ni económica ni académica. Sólo que se había convertido en un asesino; y además en un símbolo. Por eso han ido a por él; porque en las guerras actuales ya cuenta casi tanto la propaganda como los objetivos conseguidos. Y lo último que hay que regalarles a estos bárbaros del Estado Islámico es un aura de intocables, de invencibles.

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Dicho lo cual....a la perplejidad, la rabia, la sorpresa,....a todo esto estaría bien añadirle un último punto: que es la reflexión ¿Qué habrá rondado por la cabeza de alguien criado en un país democrático, con una cultura, un modelo, unos valores que compartimos millones de personas...qué le habrá rondado para terminar así? Y sobre todo, ¿habría posibilidad de evitarlo? Yo no lo sé; aunque tiendo a pensar que es muy difícil. Miren, hoy me he releído el artículo que escribió Marc Marginedas, uno de los periodistas secuestrados, donde contaba lo sádico y lo animal que era este individuo que les torturaba.....Después de leerlo mi primera reacción con la noticia del ataque les confieso que ha sido de alivio. Aunque al minuto siguiente....vuelve a haber demasiado vacío y demasiadas preguntas como para quedarse a gusto. Por un momento pienso y siento –no puedo evitarlo- que ojalá se lo hayan cargado. Pero no estoy nada orgulloso ni de pensarlo, ni de sentirlo. Y sé que ese no es el camino. Por eso creo –sinceramente- que deberíamos siempre intentar ir un poco más allá del ojo por ojo.