Corrupción, vacunas y liderazgos
A la pregunta de si Rajoy podría pilotar la regeneración democrática e institucional que tanta gente reclama, mi respuesta es que rotundamente no
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El editorial de Carles Francino: Corrupción, vacunas y liderazgos
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Madrid
Esta mañana he tenido oportunidad de compartir un encuentro con empresarios en Madrid donde buscando puntos en común de su actividad económica y nuestra actividad periodística hemos llegado a la conclusión de que la confianza y la credibilidad son fundamentales para ambos. En su caso para hacer negocio, en el nuestro para que los ciudadanos nos respeten. Y como justo a la misma hora comenzaba en el Congreso el pleno monográfico sobre corrupción pues no he podido evitar –y creo que no he sido el único- …no he podido evitar preguntarme con qué niveles de confianza y de credibilidad cuentan nuestros responsables políticos para liderar, precisamente, la lucha contra la corrupción.Pueden imaginarse que el resultado, en una escala de 0 a 10, no es de sobresaliente; y menos después de escuchar por ejemplo al presidente Rajoy en ese ejercicio de escaqueo, casi de escapismo, que hoy ha practicado diciendo eso de que la mezquindad, el egoísmo y la codicia –o sea, la corrupción- existen desde que el mundo es mundo.
Pues miren, a la pregunta de si Rajoy podría pilotar la regeneración democrática e institucional que tanta gente reclama, la respuesta…..mi respuesta es que rotundamente no. Luego habría que revisar uno a por uno al resto de los principales actores de nuestro escenario político pero el actual presidente, del gobierno y del partido, desde luego que no.En cualquier caso, este análisis quedaría incompleto –y además sería injusto- si los propios ciudadanos no nos miramos también en el espejo. Por nuestros comportamientos particulares y por la falta clamorosa de castigo a los corruptos cuando estos se han sometido al veredicto de las urnas. Pronto habrá una oportunidad para corregir esto último.
En cualquier caso, la mejor vacuna contra la corrupción no es sólo el castigo penal –que también-, no sólo el reproche social –muy necesario-, sino la educación, la difusión masiva de valores como la ética, la transparencia y la dignidad. Y esa es una carrera de fondo, no ofrece resultados de la noche a la mañana. Pero cuanto antes empecemos, pues mucho mejor, porque ya vamos tarde.
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