Sin perdón
El director de 'La Ventana' abre el programa hablando de las detenciones en torno al escándalo de los abusos sexuales a menores dentro de la archidiócesis de Granada
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El editorial de Carles Francino: 'Sin perdón'
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Madrid
Quizás han tardado algo más de la cuenta –o eso puede parecer visto desde fuera–, pero las primeras detenciones relacionadas con los abusos sexuales en la archidiócesis de Granada confirman que además de pedir perdón –cosa que ya han hecho tanto el arzobispo como el Papa– alguien tendrá que rendir cuentas ante la justicia. Nos encontramos ante un escándalo de grandes proporciones, no un episodio puntual; y sobre todo nos encontramos ante uno de esos delitos que resultan especialmente odiosos por dos motivos: porque tienen consecuencias devastadoras para las víctimas, menores de edad; y porque los victimarios, los agresores, actúan desde una posición tan ventajista que resulta aún más repugnante lo que hacen. Porque ellos son, teóricamente, los referentes morales de sus víctimas; son los encargados de impartir doctrina, de transmitir valores, de modelar conciencias, de generar confianza, de formar espíritus de acuerdo a la religión... y lo que hacen es aprovecharse de mala manera. Son asquerosos; pero es que esta asquerosidad supone además un problema estructural de la Iglesia católica. Ya son demasiados casos, demasiados años... y demasiados silencios. Es verdad que el Vaticano ha ido corrigiendo el rumbo en los últimos tiempos, muy despacio, pero desde luego no es suficiente. Y casos como el de Granada lo demuestran.
Ya no entro en si tiene algún sentido prohibir a curas y monjas algo tan natural como el sexo; ¿qué tendrá de malo creer espiritualmente en Dios y querer físicamente a otra persona? Da igual, no es el debate de hoy. Pero si la consecuencia de esta absurda doctrina es que personas con hábito sigan destrozando vidas, una de dos: o que se quiten el hábito o que sus jefes les controlen. Porque pedir perdón no es suficiente, ni muchísimo menos.