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La ‘Banda de los 300’

El director de 'La Ventana' da su opinión sobre las empresas que se unieron para tributar en Luxemburgo en vez de en los países donde tienen su sede

La Banda de los 300

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Madrid

Creo que a estas alturas nadie puede discutir que las empresas son la columna vertebral de la actividad económica. Son las empresas, con el trabajo de sus asalariados, las que generan riqueza, las que crean empleo y las que en definitiva mantienen el motor en marcha. Hay empresas pequeñas, muy pequeñas, otras medianas. Luego están las grandes, las muy grandes y finalmente las gigantes multinacionales. Todas tienen como finalidad ganar dinero, obtener beneficios –¡faltaría más!–, y cada ua aporta a la sociedad en función de su tamaño. Pero no son –o no deberían ser– unos entes asexuados, sino que tienen también un compromiso, un vínculo con esa misma sociedad. de hecho, no hace mucho entrevistábamos aquí en 'La Ventana' a un profesor que imparte la asignatura de Ética en los Negocios. O sea que la teoría está clara... pero luego lega la práctica.

Por eso nos llama tanto la atención (y añade más cabreo a un poso de indignación ya bastante consilidado) la noticia de que 300 grandes multinacionales pueden haber estado conchabadas durante años con el Gobierno de Luxemburgo para eludir el pago de impuestos en los países donde desarrollan su actividad, entre ellos España. Esta es una información que además pone en aprietos al nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, porque los enjuagues –presuntos enjuaguesvienen de su época como Primer Ministro. Pero más allá de la derivada política lo que provoca esta noticia es mucha rabia, muchísima, y varias reflexiones sobre la codicia. Por ejemplo, sobre si hay ciudadanos de primera y de segunda. Sobre esa falacia de que 'Hacienda somos todos'. Y desde luego sobre la impunidad con que se mueve el dinero por todo el mundo. Por eso ni la corrupción, ni el paro, ni la precariedad, ni la explotación... ya casi nada admite solo soluciones naturales, sino globales. Así que colgados de esa teoría, agarrémonos a la esperanza: si unos cuantos han sido capaces de unirse para el escaqueo fiscal, ¿verdad que otros tantos podrían sumar esfuerzos para impedirlo? Pues eso, que de ilusión también se vive.

 
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