Lola Herrera y Belén Gopegui, dos mujeres libres en un sistema opresor

Una semana de marzo como esta, pero de hace cinco años, el 12 de marzo de 2020, tenía lugar una rueda de prensa muy esperada en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Katharina Wagner, la bisnieta de Richard Wagner, presentaba su Lohengrin, lamentando que se hubiera cancelado el estreno y confiando en que fuera algo puntual y temporal aquello de una pandemia decretada por la OMS y unas restricciones, que en unos días pudieran representar. Ya sabemos lo que pasó después. Cinco años hemos tenido que esperar para este estreno absoluto que va a tener lugar este lunes 17 de marzo de 2025 en el Liceu.

Lohengrin es la ópera más italiana y lírica de Wagner, inspirada en una leyenda medieval. Tres mundos enfrentados, un héroe sin origen conocido en el centro y con un único destino: salvar a los desvalidos, víctimas de la injusticia y de los bulos. Dice el director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar, que Lohengrin contiene los temas más wagnerianos: el abuso de poder, la fe, la muerte y la confianza. Y que solo Katharina Wagner, bisnieta del compositor, podía permitirse un giro en la ópera. La también directora del prestigioso Festival de Bayreuth ha reinterpretado a los personajes, los buenos son malos y los malos son buenos. Una sorpresa para el tenor alemán Klaus Florian Vogt, que tantas veces ha interpretado a Lohengrin. "Ahora soy el malo y me ha gustado", afirma.

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La directora de escena no estado presente en la rueda de prensa por un enfrentamiento que mantiene con una de las cantantes, Iréne Theorin, un enfrentamiento que ha heredado el Liceu. No han dado muchas explicaciones, a pesar de las reiteradas preguntas en la rueda de prensa por la ausencia de las dos. Wagner ha explicado en una entrevista en La Vanguardia que en el Festival de Bayreuth de 2022 la soprano hizo un gesto feo al ser pitada por el público, el gesto de la higa, algo que molestó a la directora de escena. El Liceu no ha querido prescindir de Theorin, pero el día del estreno y solo ese día, la sustituye la soprano Miina-Liisa Värelä. Interpreta a Ortrud, "que ya no es la mala, una villana, una bruja. Aquí es una mujer que busca la verdad. Una mujer con poder en una sociedad y cultura del patriarcado. Ella es consciente y lo usa a su favor. Busca y encuentra la verdad en medio de ese patriarcado, algo que personalmente he agradecido", confesaba Värelä en la presentación de la ópera.

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La música y el libreto recorre emociones que van desde la esperanza a los temores humanos más profundos. Una alegoría al nacimiento de una conciencia comunitaria de despertar, eso que hemos perdido y eso que venimos reclamando estas semanas en La Hora Extra. Con dirección musical de Josep Pons, que dirigirá a la Orquesta Sinfónica y el Coro del Liceu, Katharina Wagner propone una lectura psicológica de la ópera ambientada en un mundo en decadencia, sin amor, rodeado de muerte. Como el que habitamos 175 años después del estreno de Lohengrin en Weimer, Alemania.

Vicios, sesgos y virtudes de la Inteligencia Artificial: "El riesgo no es la IA, el peligro somos los humanos"

Un mundo cada vez más digitalizado, más tecnológico, más hiperconectado y con individuos aislados y solitarios al mismo tiempo. Sobre ello reflexiona Belén Gopegui en su última novela, Te siguen, con Random House. Las inteligencias artificiales nos escuchan y susurran al oído, pero también nos siguen, nos vigilan, nos espían. Les entregamos nuestros datos y privacidad a empresas tecnológicas controladas por laboratorios de extrema derecha. "Me causa extrañeza esta capacidad que tenemos los seres humanos de entregar nuestra interlocución a ficciones, a inteligencias artificiales que nos controlan. Recordemos que las IAs no nos entienden y que la compañía que necesitamos, en los malos y en los buenos momentos, es otra", afirma la escritora.

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Gopegui sigue dándole vueltas a las mimas preocupaciones sobre las que lleva años reflexionando a través de sus libros. La precariedad, el cansancio de la sociedad o las prioridades del capitalismo. "Si la mayoría aspiramos a vivir tranquilos y en un sitio que entre luz, ¿en qué momento hemos decidido que la ganancia es nuestra máxima prioridad?", se pregunta. Y considera que es el momento de reclamar a las administraciones, gobiernos y estados, una mirada a largo plazo, inversiones que mejoren nuestra calidad de vida, y un regreso a lo analógico, dejar de ser esclavos del email o de aplicaciones de mensajería como Whatsapp, o de tener que acudir a lo digital hasta para pedir cita con una persona. "Tenemos que reivindicar el derecho a controlar nuestro trabajo, a poder decir no a lo que consideramos injusto, sin que haya una amenaza de despido. Porque se nos está instalando una sensación de impotencia, de que no podemos controlar nada y eso genera más soledad", dice.

Belén Gopegui: "La derecha y la ultraderecha fomentan la idea de soledad y eso se combate con organización"

Gopegui sigue reivindicando la organización y la militancia frente a "unos discursos de la derecha y ultraderecha que fomentan la idea de soledad y de atacar al débil. Eso se combate con organizaciones que respeten la autonomía de sus individuos, aunque conlleve el precio de que la izquierda siempre se pelea y está enfrentada. Eso no es bueno, pero sí lo es discutir, porque surgen nuevas ideas", concluye.

Una recomendación literaria más: Dick o la tristeza del sexo, la novela más bestial, conmovedora e hilarante de Kiko Amat, sobre el despertar sexual de un adolescente. El escritor siempre ha sabido retratar a los antihéroes de barrio con honestidad, humor, carisma y dimensión política. Quizá su referente más cercano sea Irvine Welsh, autor de Trainspotting, que revolucionó no solo la literatura anglosajona, sino también el cine. "Mi inspiración me viene de una cultura obrera que convertía el trauma en anécdota, para así intentar cauterizar el dolor", le confiesa el autor a Pepa Blanes.

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Consolidado como un escritor con pose punk, con estilo propio y con una mirada que no encontramos en el resto de la literatura, ahora regresa con Dick o La tristeza del sexo, una novela que define como un relato de iniciación a la vida, pero también sobre la miseria sexual y la ignorancia. Ambientada en los años 80, en el Valle Llobregat, es la mirada de un adolescente que se encuentra en pleno estallido hormonal. Razón por la que su mente calenturienta inventará un personaje, Dick, experto en cuestiones sexuales. "Es como una novela de enredos inglesa, en realidad, donde hubieras dejado la puerta abierta cuando pasan al boudoir y tiene lugar el consiguiente fiasco sexual que sucede en la novela", explica Amat.

En la novela encontramos diferentes capas: por un lado, las desventuras del personaje en el presente y en el pasado cercano; por otro, sus fabulaciones llenas de aventuras eróticas, que acaban siendo casi una parodia en una sociedad marcada por la culpa y el pecado, pero también por una idea de ascender de clase a toda costa. En el libro hay también una mirada a esa generación de progres que acabaron corrompidos. "Casi siempre mis antihéroes periféricos tendían a venir de la clase obrera y en este caso concreto necesitaba que fuera de clase media por varias razones. Una que necesitaba que su padre odioso, catedrático, desprovisto absolutamente de cualquier tipo de talento, fuera un académico y por tanto necesitaba que estuviera en la clase media. Y luego toda la sucesión de lamentables infortunios sexuales que le suceden. Necesitaba que lo albergara una casa suficientemente grande donde pudiera desarrollar sus instintos. Quizá lo más significativo es haber hecho una novela sobre sexo y que resulte antierótica".

Lo es. Y todo con un lenguaje particular, lleno de sinónimos, de hipérboles o de citas frecuentes de Nietzsche, Freud, Shakespeare o de Ovidio. Y donde no falta el humor. El retrato de una época analógica, los 80, con sexo y sin nostalgia. Una mirada política divertida y provocadora, que trata de cuestionar la masculinidad a la que no queremos mirar, concluye Kiko Amat.

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Hace justo una semana ha fallecido el dramaturgo, actor y director sudafricano Athol Fugard, perseguido y censurado por denunciar y combatir el apartheid a través de un teatro político y de resiliencia. Camino a la Meca es una de sus grandes obras, la llevó también al cine, y ahora ha llegado al teatro en España de la mano de Claudio Tolcachir, que dirige a Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Olalla.

Hemos conversado con Lola Herrera en el Teatro Bellas Artes de Madrid, donde interpreta a una mujer real, Helen Martins, una escultora que transformó su hogar en un museo. Una mujer libre e independiente, viuda, que mantuvo una relación con una persona aborigen, de color, en una sociedad profundamente racista y conservadora. En la obra, Helen recibe la visita de una amiga, interpretada por su hija Natalia Dicenta, y la de un pastor evangélico, que quiere convencerla de que abandone su casa e ingrese en un asilo.

Herrera lamenta el trato racista que hoy damos a los inmigrantes, "cuando los españoles hemos sido siempre emigrantes". También que las personas mayores estén invisibilizadas, como si molestaran. "Prácticamente no existimos, nos hacen sentir como un deseo de eliminación, porque fuéramos muchos. También son muchos los turistas que vienen y a esos no los echan, claro, porque dejan un dinero", se lamenta la actriz de 89 años.

Lola Herrera: "Los viejos parece que sobramos, los turistas no. Vivimos en un mundo muy loco y deshumanizado"

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En el teatro terminamos. Nos hemos acercado a la sala Cuarta Pared de Madrid, que está celebrando 40 años de historia. Cuarenta años de innovación, de creación contemporánea, siendo motor y trampolín de muchos nuevos proyectos y artistas. 40 años de propuestas escénicas que no llegan a los teatros públicos, pero que son interesantes y necesarias por diferentes, arriesgadas, comprometidas. Un espacio de teatro, un laboratorio de investigación de nuevas dramaturgias. Premio Nacional de Teatro 2020, el de la pandemia, Cuarta Pared ha resistido a los peores envites.

Cuarta Pared surgió casi como una necesidad social al teatro que en aquel momento se hacía, entre lo institucional, que representaban a los clásicos, y lo más comercial, que casi rozaba el vodevil. Así se lo cuenta Javier García Yagüe, director de sala Cuarta Pared y uno de los miembros fundadores, a Raquel García. Era otra forma de entender el teatro, donde el público formaba parte de esa nueva manera de contar, nuevos lenguajes que participaban del debate social y que acabaron dando forma a este nuevo concepto que no solo exhibía, sino que también producía y formaba a los actores.

Para celebrar su 40º aniversario Cuarta Pared presenta Tríptico de la Vida, un ambicioso proyecto en el que tres directoras, Aldara Molero, Aitana Sar y Raquel Alarcón, desarrollan tres propuestas escénicas que nos hablan de lo íntimo y lo colectivo, del dolor y el amor, la identidad, la memoria y los recuerdos. Cuarta Pared enfrenta un futuro de cambio generacional con nuevas voces que hablen de los problemas de hoy, como ocurrió al inicio, manteniendo ese mismo espíritu.

Hoy termina el Flamenco Festival de Nueva York que ha estado dedicado a Federico García Lorca y a Granada. A Granada y a Lorca le cantó también Carlos Cano, a quien rinden un homenaje El Hombre Garabato, un quinteto granadino que ha publicado Tierra, un disco con el que nos despedimos hoy. Un tributo a Cano, cantautor universal que falleció hace 25 años. Una propuesta eléctrica, pop y psicodélica que apadrinan Miguel Ríos y Javier Ruibal, además de la Fundación Carlos Cano.